Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar...
Todavía sigo derramando muchas lágrimas, aunque cada vez más espaciadas.
La plática de ayer con nuestra terapeuta me hizo regresar a este, mi querido blog, que ahora al releer todo, en retrospectiva, nos ha servido de testimonio de las muchas señales que había, desde muy bebecito.
Y me da tristeza, mucha, y coraje, mucho, y culpa, mucha más... por no haberme dado cuenta, por no haber relacionado las cosas, por no haber pedido consejo antes...
Seguiré llorando, cada vez menos, estoy segura... pero los viernes por la noche tengo tiempo y puedo retomar, volver a escribir y volver a sentir.