lunes, 7 de agosto de 2017

La cima es el cielo

Así se mama en Veracruz.
La cima es el cielo

Montaña elevada, fuerte y altísima. Inescalable. O casi. Eso creo (estoy más que convencido y así me lo has demostrado), eso creo que significa tu nombre morisco: Ya-rim, Yarim (me hubiera gustado llamarme como tú, pero al revés: Miray. ¿A poco no se oye mejor que Octavio?). Montaña casi vertical y acantilada, en árabe. Inescalable. Aunque un atrevido, como yo, puede que sí, si la escale; me digo orondo mientras recorro las empinadas laderas suaves como piel de madre de tus tetas, de cuatros caras, sin riscos ni barrancos; piel morena, árabe. 
Eso pienso del significado de tu nombre, madre. Eso pienso también de tus tetas oblongas cuando las ando con la yema (Yemen, yeram, yalim, yarem, yarmi, Yarim… todos los nombres morunos llevan a tí) de mis dedos mientras mamo de tu pezón rojo oscuro que corona ese obelisco gemelo de todo el macizo continental que eres. Además, te sonríes con una desfachatez cándida cuando me alimentas y nos miramos a los ojos como dos cómplices amamantes y me enseñas tu dentadura blanca, corona de tu sonrisa, como la nieve que cubre las copas de las grandes montañas como tú. Entonces, le pregunto al pezón por la dirección del cielo y me dice, con cara de asombro, como quien dice ingenuo: “Ahí estás”. Y yo, sin soltarte del cilindro dorado de la teta, imito su cara de asombro y crédulo abro los ojos para alcanzar a ver hasta la punta de la montañotota. Y yo, desde lo más hondo de mi silencioso interior y a mi modo, alcanzo tus ojos alegres y les digo: “Te quiero, mamá Yarima. ¿Te puedo decir así?”.

Meli Yerena