Hace tres años fuimos al Zoológico del Bronx en Nueva York. Hacía mucho frío por lo que no pudimos ver a muchos animales porque la mayoría estaban resguardados, pero, tuvimos la suerte de poder ver a los gorilas y, lo que es más, a un bebé de dos días de nacido! Qué maravilla, de verdad, poder ver a estos increíbles y elegantes homínidos que son tan sorprendentemente similares a nosotros.
Separados de ellos por un gran ventanal me sentí como si estuviera conviviendo con ellos. Es hipnotizante verlos y sobre todo, me encantó ver el comportamiento de las hembras que cuidaban a la cría de dos días. Había varias hembras y todas fungían como nanas. Se turnaban al bebé independientemente de cuál de ellas era la madre. Tenían con ellas otra cría de 3 meses y hacían lo mismo. Son verdaderamente hermosos y no puedo explicarme porqué hoy, siguen exterminando a los gorilas de su hábitat natural.
Existen pocos ya, pero por fortuna también hay mucha gente preocupada por conservarlos.
El año pasado, volvimos a visitarlos. Y esta vez, en pleno verano, los niños gorilas de dos años jugaban, corrían, brincaban, se mordían y le hacían travesuras al gran macho espalda plateada, que les tenía la paciencia de un padre, los observaba con su mirada inteligente y les permitía que estuvieran a su alrededor, rompiendo las jerarquías.
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