Ya se va para los cielos
Ese querido angelito,
A rogar por sus abuelos,
Por sus padres y hermanitos.
Cuando se muere la carne
El alma busca su sitio,
Adentro de una amapola
O dentro de un pajarito.
La tierra lo está esperando
Con su corazón abierto,
Por eso es que el angelito
Parece que está despierto.
Cuando se muere la carne
El alma busca su centro,
En el brillo de una rosa
O de un pececito nuevo.
En su cunita de tierra
Lo arrullará una campana,
mientras la lluvia le limpia
Su carita en la mañana.
Cuando se muere la carne
El alma busca su diana,
En el misterio del mundo
Que le ha abierto
Su ventana.
Las mariposas alegres
De ver el bello angelito,
Alrededor de su cuna
Le caminan despacito.
Cuando se muere la carne
El alma va derechito
A saludar a la luna
Y de paso al lucerito.
Adónde se fué su gracia
Adónde fué su dulzura,
Por qué se cae su cuerpo
Como una fruta madura.
Cuando se muere la carne
El alma busca en la altura
La explicación de su vida
Cortada con tal premura,
La explicación de su muerte
Prisionera en una tumba.
Cuando se muere en carne
El alma se queda oscura.
Ese querido angelito,
A rogar por sus abuelos,
Por sus padres y hermanitos.
Cuando se muere la carne
El alma busca su sitio,
Adentro de una amapola
O dentro de un pajarito.
La tierra lo está esperando
Con su corazón abierto,
Por eso es que el angelito
Parece que está despierto.
Cuando se muere la carne
El alma busca su centro,
En el brillo de una rosa
O de un pececito nuevo.
En su cunita de tierra
Lo arrullará una campana,
mientras la lluvia le limpia
Su carita en la mañana.
Cuando se muere la carne
El alma busca su diana,
En el misterio del mundo
Que le ha abierto
Su ventana.
Las mariposas alegres
De ver el bello angelito,
Alrededor de su cuna
Le caminan despacito.
Cuando se muere la carne
El alma va derechito
A saludar a la luna
Y de paso al lucerito.
Adónde se fué su gracia
Adónde fué su dulzura,
Por qué se cae su cuerpo
Como una fruta madura.
Cuando se muere la carne
El alma busca en la altura
La explicación de su vida
Cortada con tal premura,
La explicación de su muerte
Prisionera en una tumba.
Cuando se muere en carne
El alma se queda oscura.
Hace poco, con los sentimientos a flor de piel, volví a escuchar esta canción que de niña oía en un disco de Violeta Parra que ponía mi mamá. A mí me gustaba, porque la relacionaba con mi primito ahogado, a quien a veces visitábamos en el cementerio. La escultura de angelito de su tumba también me gustaba. Como niña, tomaba la muerte con mucha naturalidad y como algo abstracto. Con el milagro de dar vida, comprendes también lo frágil que es. Que la muerte es algo real.
Hay pensamientos que me dan miedo. Quizá porque estar tan expuestos a toda esta ola de violencia que se ha estado desatando cada vez con más frecuencia en el país. A veces siento que un día va a sonar el teléfono avisándonos malas noticias y me da miedo. Me dan miedo los accidentes, las enfermedades, los fuegos cruzados, la mala suerte de estar en el lugar equivocado...
Cuando me entero de cosas como el bullying o abuso entre compañeros de escuela; cuando veo cosas terribles como el incendio de los niños de la guardería; Cuando pienso en el niño de 5 años de una amiga, que se murió cuando lo de la influenza; cuando pienso en el dolor de mis tíos, teniendo que reconocer a sus dos hijos, mis primos, uno muerto ahogado en la pila de agua -el angelito de la canción-, cuando era un bebecito que recién caminaba y el otro, muchos años después, muerto en un accidente automovilístico, cuando ya había terminado la universidad; Cuando me entero que la ciudad tranquila donde vivimos ya dejó de serlo porque andan impunemente los delincuentes, secuertrando, asesinando, dejando a familias enteras sumadas en el dolor por las muertes violentas de sus hijos... O cuando pienso en el día en que moriré y dejaré a mi hijo solo. Lloro mucho, me da mucha tristeza pensar en todo eso.
Pero no se puede vivir con miedo. Ese es un signo de neurosis. Pese a todo, la vida sigue. No sé de dónde saca fuerzas mi tía para seguir viviendo, ni los papás de los niños quemados de la guardería la energía para luchar porque les hagan justicia. Yo me abrazo muy fuerte a mi niño y me sacudo de la cabeza las nubes negras. Por él es que no puedo permitir que el miedo me paralice.
Sé por ley natural que en la vida tenemos que vivir episodios tristes, la pérdida de seres queridos, sentir dolor... Sólo espero no tener que pasar por cosas terribles, que todos estemos bien, que nunca nos pase nada, que vivamos, mientras nos dure, una vida plena y feliz.
Que así sea Yarim, que tú y los que amas sean bendecidos y protegidos siempre, llenitos de amor, salud y armonía!
ResponderEliminarSI, yo también he sentido las nubes negras y sólo pido no irme demasiado pronto por mi pequeño.
ResponderEliminarPor eso me fui también, pero cuando vivía en el DF me aferraba a una protección de buenas vibras que quizá sólo en mi mente existía pero creo que funciona.
Espero lo mismo, de verdad. Como dices, no sé por qué, pero he notado que desde que soy madre me he vuelto muchísimo más temerosa... y mira que me consideraba de lo más tranquila. La sensación de vulnerabilidad crece infinitamente y, con ella, las imágenes terribles, la imaginación trayendo ideas nefastas... No es fácil. No sé cómo hizo tu tía, de verdad. Ni sé cómo hacen tantas personas que tienen que enfrentar episodios como esos. Yo misma, de pequeña, tuvo momentos duros, pero ahora que los miro en perspectiva no logro entender de dónde sacaron fuerzas mis padres para superarlos. Es la ley de la vida. Seguramente sentirnos frágiles es parte de esa misma ley. El reto, entonces, es aprender a ser fuertes. Y a amar, amar y amar.
ResponderEliminarSoplemos las nubes negras: de nuestras cabezas y de la realidad.
Un abrazo.
Hola Yarim, mira, tu que quería ver cómo andaba la calidad de las telas impresas de Spoonflower. http://cortadeestatura.blogspot.com/2010/06/cosiendo-regalos.html
ResponderEliminarSacudiendo las nubes negras, recibiendo el cielo luminoso y azul, para vivir tranquil@s y con paz
ResponderEliminarAbrazos a todas