A veces creo que soy sobreprotectora, o quizá y mejor dicho, desconfiada e insegura, en muchos aspectos, pero especialmente en mi papel de ser mamá. Me maravillo siempre cómo Octavio ha pasado de chiquitito a este muchachito intrépido, imparable, obstinado, fuerte. E insegura como soy, muchas veces me encuentro detrás de él, para cacharlo por si se cae. Siento que lo limito y él mismo me dice, en su idioma, que me quite, que lo deje hacer las cosas solo. Me choca estarle diciendo tanto NO o TE VAS A CAER, TE VAS A MACHUCAR, TE VAS A PEGAR o mil frases por el estilo. Y si yo soy así, el papá de Octavio lo es pero exponencialmente muchísimo más. Estoy consiente de que ser así, atrae la negatividad y efectivamente, el niño se cae, se pega, se machuca. Quiero que aprenda, que experimente, que encuentre soluciones y que si se cae se levante. Pero me da miedo que se lastime en ese proceso de aprendizaje.
Y así otras cosas. Ahora, por ejemplo, me mortifica la cuestión de la alimentación de Octavio, que se ha vuelto muy melindroso. Come muy poquito. Y como todos me dicen que está muy flaquito, de pronto quiero que coma más, como antes, que era de muy buen comer. Eso sí, sigue tomando leche de mamá, lo que de algún modo creo que ha servido para que este muchachito no se desmejore.
Confieso que en este nido hay papeles muy tradicionales (porque así lo decidimos) e Israel me ha cedido casi en su totalidad las funciones de cuidado, enseñanza, alimentación, juego y distracción de nuestro pequeño. Es así, porque su trabajo, que es el que nos permite el sustento, es muy absorbente, sobre todo en estos últimos tiempos en que, por fortuna, está ilustrando en dos proyectos editoriales importantes, lo que lo tiene ocupado en ello la mayor parte del día, y así será los siguientes meses.
Como sea yo trato siempre de involucrarlo y hacerlo participar porque estoy segura de que, si papá y mamá están presentes, ambos deben ser parte de la crianza del pequeño. Y lo hace con gusto, aunque ahora tengamos poco tiempo para compartirlo los 3. Por eso, a veces siento el peso del gran compromiso sobre mis hombros para hacer todo lo necesario por que Octavio esté fisica y emocionalmente bien. Esa es la fuerza que la naturaleza nos regaló a las mujeres al ser madres. Y las crías nos necesitan a nosotras sobre todo. Es una gran labor la que se hace como mamá, aunque al final del día acabemos rendidas.
A veces me sorprendo a mi misma haciendo muchas cosas a la vez, como ayer que llevé a Octavio a la feria del libro y jugamos, le dí agua, lo correteé, le di chichi, vimos los libros, lo consolé, empujamos la carriola, corrimos para no mojarnos con la lluvia y para llegar pronto al coche me cargué carriola con niño, con bolsa, con compras, con chamarra, todo de un jalón... y pude hacerlo sin ayuda... como toda una superheroina...
Así que aunque sea insegura, tambíén soy fuerte y no sabía cuánto, hasta ahora...
que lindo que lo sientas así, porque es así, eres super heroe de ésta aventura.
ResponderEliminarClaro que eres fuerte. Y claro que somos sobreprotectores (cómo no). Ellos, a cambio, nos regalan la oportunidad de permitirles descubrir el mundo un poco por sí mismos. Mira que cuesta, pero cuando lo haces (que coma solo, que corra solo, que juegue solo) te sorprendes de lo hábiles que se tornan. Ah, y no te preocupes que el no como y el déjenme solitos es propio de la edad. Con respecto a lo primero, ha mejorado mucho dejarla comer solita (con su cuchara), sin inmiscuirnos... sólo comemos al tiempo todos y ya. Y con respecto a lo segundo, la práctica y la experiencia son las mejores consejeras. Y, claro, también las precauciones. No dejamos de ser súper-héroes nunca.
ResponderEliminarjajja
Un abrazo.
Es que aveces una no se da cuenta de esas fortalezas hasta que alguien como pollitos en su nido nos llega a picotear ese cascarón. Y por lo de que tu hijo no ouede comer... no te angusties, dale lo que le guste si quiere comer fruta un día, déjalo... yo viví un tiempo angustiadísima por el peso de Emiliano que si le faltaba 5 kilos, que si esto, lo otro. Si, trato de motivarlo a que coma pero si no quiere no lo forzo y le doy fruta que le encanta o huevo en palomitas (huevo revuelto) o frijoles con queso que eso es una de las cosas que más le agradan y las tortillas. Verás que poco a poco le regresa el apetito
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