viernes, 7 de febrero de 2014

Historias

El humilde papá que vende plátanos fritos en la calle para sustentar a su familia y que con los ojos vidriosos y el corazón desbordado sacrifica su día de trabajo para acompañar, permanecer, escuchar, aprender y compartir su dolor y el enorme amor que lo impulsa para seguir apoyando a su hijo con autismo...

La mamá de la adolescente ciega y con autismo, que ha afrontado con tanta valentía la doble etiqueta con la que le ha cerrado las puertas un sistema educativo ignorante y aterrorizado que no comprende las necesidades de su hija y que la ha excluído una y otra vez...

El largo viaje de madrugada que emprenden durante 6 horas para llegar al día de terapia ese pequeñito de pestañas y ojos hermosísimos, que es es el vivo retrato de su madre, dice su padre, la que los abandonó a su suerte. Ellos, con ojos inmensamente tristes, uno e inmensamente tiernos, el otro, son una dupla de amor infinito...

Son las historias que esta semana me han conmovido y que me enseñan lo que es ser valiente, lo que es amar incondicionalmente, que no debo rendirme, que debo dejar de lamentarme por lo que no tengo y ver hacia adelante. Tengo mucho por aprender, para aceptar... y amar.

2 comentarios:

  1. Que bien Yarim que puedas ver nuevamente el bosque. La fuerza de madre no se agota. Siempre hay mucho más que dar aún cuando pareciera que dimos ya todo. Y ahí es cuando nos descubrimos a nosotras mismas. Te mando mi corazón de madre para que se una en fuerza con el tuyo. Nayeli

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  2. ¿Ya ves porque nuestros niños son nuestros grandes maestros?, no es fácil, yo también a veces caigo y otras me levanto pero Alan me ha enseñado mucho. Me da gusto leerte y ver tu empatía, estamos en el camino correcto. Saludos, Isela.

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