Hace unos días me encontré un tesoro, guardado entre papeles y fotos viejas.
Dante me escribió esta tarjeta, tan inmensamente llena de amor, describiendo tan entrañablemente a esa niña que fui, con palabras desde lo más hondo de su paternal corazón. Creo que ahí está escrito todo lo que actualmente Dante, por su condición, no puede decirme. Visionariamente hace 31 años ya me dijo con estas líneas todo lo que hoy necesito para seguir adelante, como una bocanada de ánimo y un abrazo reconfortante. La leo y releo, me congratulo por haberla conservado hasta hoy. Y me alegro de ser hija de Dante, sin duda no sería la mujer adulta en que me transformé, no sin él.
"ya vez, pues, que nunca te olvido; que estás y estarás siempre en mi pensamiento y en mi corazón... y cómo quisiera que conservaras para toda la vida la alegría, la emoción, los sentimientos, el gusto que tienes ahora. Cómo quisiera que nada te causara tristeza o sufrimiento nunca... pero si sucediera, ruego a los dioses, pero más que nada te pido a tí misma, que puedas y sepas encontrar precisamente en tu alegría, en tus sentimientos nobles, en tu inteligencia clara, en las mil emociones de tu corazón, etc. la manera de sobreponerte, de superar los momentos ingratos; la manera de seguir adelante, la manera de hacer las cosas con esmero y con amor, la manera de ir por la vida con la convicción de que -como digo al principio- lo realmente importante es el amor y el entendimiento, y la búsqueda del bienestar de todos..."
Yarim, Ingrid y Dante en la pirámide de la luna, 1981 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario