Hoy soy Yarim niña, tu chula, tu viejita loca, que esperaba
con ansias tu llegada a nuestra casa materna en la visita que quincenal y
sistemáticamente nos hacías. ¡Este fin de semana va a venir Dante! Y llegabas
en la madrugada, mientras yo estaba dormida pero en mi despertar iluminado te
vería y que abrirías tus bolsas en la mesa y de ellas saldrían libros,
juguetes, regalos o encargos que te hacíamos y que te esmerabas en
conseguirnos. Después, el desayuno que a mí me sabía más rico que los catorce
días anteriores a tu llegada. El olor del café, de la avena, de la carne asada.
Y la música clásica que ponías a todo volumen que era la banda sonora de esos
fines de semana emocionantes, amorosos y mágicos. Platicabas interminablemente
con mi mamá para ponerte al día sobre nosotros, todo lo que habíamos hecho, cómo
nos había ido en la escuela, qué juegos, gustos u ocurrencias nuevas teníamos. Te
escuchaba hablar con gran pasión sobre tu trabajo o sobre la política y lo que
acontecía en el mundo. El fin de semana transcurría entre muchas lecturas,
juegos, pláticas, paseos, comidas, caminatas, risas… y un amor infinito entre
tú y nosotros. Hasta el domingo en la tarde, en la que tenías que prepararte
para viajar de regreso a México. Y todo se tornaba gris, triste, silencioso. Y
te veíamos partir con tus bolsas al hombro. Calculábamos el tiempo en el que el
ADO pasaría por la carretera cerca de la casa y esperábamos verte, tú abrías la
ventanilla y con tu mano nos decías adiós.
Cómo me gustaban esos fines de semana… pero pasaban tan rápido.
Hoy soy esa Yarim niña, que esos domingos de despedida se sentía tan triste, apesumbrada,
vacía, huérfana de ti hasta los próximos quince días en los que la magia
volvería contigo de nuevo. Pero hoy se que no volverás pronto, que tu viaje es
mucho más largo y que tendré que esperar más...
Tú me construiste Dante, y la materia estelar en la que te
convertiste seguirá viajando por el universo, construyendo nuevos átomos que
seguirán acompañándome siempre. Octavio sabe que no te volverá a ver, que su abuelo se fue de viaje hasta las
estrellas, pero me alegra mucho saber que con
su prodigiosa memoria, nunca te olvidará. No te olvidaremos.
Te extraño Dante.
Gracias por tu vida apasionada e intensa.
Gracias por amarme con locura
Yo te amaré eternamente.
Muy bonito prima. Atte. Octavio Gomez
ResponderEliminarNo he podido evitar llorar... Te abrazo con cariño querida prima!
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