jueves, 15 de octubre de 2015

Nuestra experiencia en la inclusión escolar de Octavio


Para Liliana Barrientos Lucero, artífice y acompañante fundamental en este proceso



Al principio yo estaba llena de dudas y temores. Tuve que luchar contra todas las voces -y especialmente la mía propia- que me decía que no, que Octavio no estaba preparado para irse a una escuela regular.

Aunque en ese momento ya tenía 4 años, creíamos que aún no era tiempo, que debía ir con mejores herramientas, que debería poder hablar con mayor claridad y tener resuelto el control de esfínteres. El saber que en un preescolar regular los grupos son muy grandes, veinte niños juntos en un saloncito, nos apabullaba porque hasta entonces Octavio había estado seguro y con la atención de una maestra en un grupo de sólo tres niños en la escuela para alumnos con autismo a la que asistía.

Además, las noticias diarias sobre el acoso escolar reforzaban el temor y la idea de que meterlo a la escuela regular sería exponerlo a una situación de ese tipo. Israel, mi esposo, estaba aterrado. Yo igual, pero también en mi interior una voz más fuerte –mi intuición- me decía que debíamos darle a Octavio la oportunidad de integrarse, de aprender a convivir en esa expresión de la sociedad que es la escuela. Que para el resto de los niños era importante la convivencia con niños diferentes y que en preescolar es cuando son más sensibles, más receptivos, que es el momento de moldear personas respetuosas, tolerantes y sin prejuicios.

Entonces iniciamos la búsqueda para elegir la escuela que cubriera las características necesarias para poder recibir a Octavio, es decir, que tuviera la disposición, apertura y experiencia con alumnos con autismo, que contara con el apoyo de USAER y que idealmente se ubicara en una zona cercana a nuestro domicilio.

Fue así como encontramos el Jardín de Niños Ramón López Velarde en Ojo de Agua en el Municipio de Emiliano Zapata. Su directora, la maestra Blanca Elvia Silva Granados nos dijo con mucha sinceridad que sería la primera experiencia para la escuela con un niño con autismo, pero que tenía toda la disposición para aprender juntos, de hacer equipo con nosotros, haciendo las adaptaciones necesarias para facilitarle a Octavio su permanencia en la escuela, que en conjunto trabajaríamos para lograr una inclusión exitosa. Un apoyo esencial en este proceso ha sido el acompañamiento de la maestra sombra, Mayra Leticia Luna Tello quien aplica las estrategias que los terapeutas proponen, funge como enlace entre Octavio y los demás niños, intercambia información y sugerencias con la maestra de grupo Ana Luz Pérez Cano, con los otros maestros y maestras, con la USAER y con nosotros, los padres.

Desde que entró a la escuela, el ciclo escolar pasado a la fecha, Octavio ha tenido un avance enorme. El primer día fue complicado porque la incertidumbre lo llevó a tener una crisis que momentáneamente nos hizo sentir que no lo lograría pero los siguientes días y meses fueron menos difíciles porque con las ayudas visuales y con el apoyo de todos, se fue integrando cada vez mejor, entendiendo, participando y disfrutando de todas las actividades de cada jornada escolar.

Estamos muy contentos con la escuela Ramón López Velarde, su plantilla de maestros y los padres de familia ya que en conjunto han inculcado los valores de la amistad, de la aceptación, de la convivencia y el respeto. Octavio se siente feliz, seguro y cobijado al asistir a su escuela y ser partícipe de la alegría, la emoción, los juegos, el cariño que le comparten sus compañeritos. Todo el grupo ha aceptado a Octavio tal cual es.

Podemos hablar, entonces, de una inclusión escolar exitosa.

En el ciclo actual tenemos la consigna de trabajar y prepararlo lo mejor posible para el siguiente cambio importante: el paso a la primaria, que implica otro ritmo y la adquisición de nuevas competencias para poder seguir avanzando. Es mi deseo encontrar la escuela que también le abra las puertas con sensibilidad a Octavio; que tenga experiencia previa o que igualmente se atreva a asumir el reto; que quiera aprender de un niño que tiene el potencial para llegar lejos si le allanamos las barreras para su aprendizaje; que no sienta que llega un problema sino una gran oportunidad de crecimiento para todos; una escuela que quiera formar parte de un equipo de trabajo sumando esfuerzos con nosotros y los lugares como este centro para apoyar a nuestro hijo. La encontraremos, de eso estoy segura.

Gracias al Preescolar Ramón López Velarde por ser la escuela inclusiva que ha cobijado con tanto cariño a nuestro hijo. A la maestra Blanca que la encabeza. A maestra de grupo Anita. A las maestras Ángeles y Laura. A los maestros Carlos, Gonzalo y Marco Polo. A la USAER C8. A la psicóloga y maestra sombra Mayra. Especialmente a la maestra Liliana por asesorarnos y dar seguimiento a la inclusión escolar de Octavio.

Gracias CEDAA por abrir este espacio de vinculación entre los maestros, las escuelas, los niños y sus padres.

A todos, muchas GRACIAS.


[Texto leído en el Primer Seminario de Estrategias para la Atención de niños con Autismo en Educación Regular organizado por el Centro Estatal para la Detección y Atención del Autismo. 15 y 16 de Octubre de 2015] 

martes, 13 de octubre de 2015

A Felicidade

"... La felicidad es una cosa loca
y tan delicada a la vez,
son suyas las flores, también los amores,
los niños y los colores, todo eso ella tiene,
y yo la veo eternamente delicada,
intentaré cuidarla siempre bien..."


viernes, 9 de octubre de 2015

Anticipación: Mamá y papá se van de viaje

En casi 6 años, nunca me había separado de él por más de un día. Yo tenía mucho temor y una gastritis nerviosa que casi me impide hacer el viaje. No sabía si él lo lograría, no sabía cómo le haría si solamente va al baño conmigo. Yo lo atiendo, yo le ayudo a cambiarse, a lavarse los dientes y a bañarse.  ¿Cómo? si ni siquiera se lo permite a su papá... ¡Una semana entera dejaría de vernos!, ¿nos extrañaría? ¿Y si le da una crisis? ¿Y si se pone dificil?...  

Pero trabajamos la anticipación y una vez más comprobé que en Octavio los apoyos visuales hacen maravillas. Le diseñé un calendario donde muy gráficamente le explicamos cuántos días estarían lejos papá y mamá. Que esos días estaría en casa de sus abuelos paternos y que sus dos abuelas se encargarían de él. Pegamos el calendario muy a la vista, en el comedor, para que todo el tiempo Octavio pudiera estar recordando por qué estaba en Pachuca sin sus papás. Las abuelitas todos los días lo llevaban a ver el calendario y le ayudaban a contar y pegar estrellitas sobre el número que indicaba cuánto faltaba para que regresaramos y a mantenerlo tranquilo con la claridad del tiempo y la certeza de que volveríamos...

Gracias a la anticipación fue que Octavio la pasó increiblemente bien vacacionando de sus padres, rodeado del amor de sus abuelas y abuelo, en un espacio que adora. No hubo crisis, no hubo dificultades, se dejó bañar y ayudar para ir al baño y para el lavado de dientes. Durmió bien, comió bien, todo estuvo más que bien. Y si acaso nos extrañó, no lo manifestó, pero siempre tuvo el apoyo visual y el de sus amadas abuelas para contenerlo y ubicarlo.




























Así que finalmente logré confiar en que Octavio estaba en amorosísimas manos, que lo cuidarían como a un tesoro mientras volvíamos. Y nosotros tuvimos la maravillosa oportunidad para viajar juntos después de muchos años, de andar de novios, caminando sin rumbo por Bogotá. Disfrutamos de esa semana del verano pasado entre museos, libros, artesanías, visitando sitios históricos, comiendo rico, durmiendo de corrido, renovando nuestros amores.

Octavio estuvo siempre en mi cabeza y mi corazón durante el viaje, pero era necesario para mí alejarme para recargar batería para seguir adelante. Y lo logramos. Nosotros, los abuelos y sobre todo él, logramos vivir esta experiencia y superar el reto... Todos lo logramos... Y lo disfrutamos.