En casi 6 años, nunca me había separado de él por más de un día. Yo tenía mucho temor y una gastritis nerviosa que casi me impide hacer el viaje. No sabía si él lo lograría, no sabía cómo le haría si solamente va al baño conmigo. Yo lo atiendo, yo le ayudo a cambiarse, a lavarse los dientes y a bañarse. ¿Cómo? si ni siquiera se lo permite a su papá... ¡Una semana entera dejaría de vernos!, ¿nos extrañaría? ¿Y si le da una crisis? ¿Y si se pone dificil?...
Pero trabajamos la anticipación y una vez más comprobé que en Octavio los apoyos visuales hacen maravillas. Le diseñé un calendario donde muy gráficamente le explicamos cuántos días estarían lejos papá y mamá. Que esos días estaría en casa de sus abuelos paternos y que sus dos abuelas se encargarían de él. Pegamos el calendario muy a la vista, en el comedor, para que todo el tiempo Octavio pudiera estar recordando por qué estaba en Pachuca sin sus papás. Las abuelitas todos los días lo llevaban a ver el calendario y le ayudaban a contar y pegar estrellitas sobre el número que indicaba cuánto faltaba para que regresaramos y a mantenerlo tranquilo con la claridad del tiempo y la certeza de que volveríamos...
Gracias a la anticipación fue que Octavio la pasó increiblemente bien vacacionando de sus padres, rodeado del amor de sus abuelas y abuelo, en un espacio que adora. No hubo crisis, no hubo dificultades, se dejó bañar y ayudar para ir al baño y para el lavado de dientes. Durmió bien, comió bien, todo estuvo más que bien. Y si acaso nos extrañó, no lo manifestó, pero siempre tuvo el apoyo visual y el de sus amadas abuelas para contenerlo y ubicarlo.
Así que finalmente logré confiar en que Octavio estaba en amorosísimas manos, que lo cuidarían como a un tesoro mientras volvíamos. Y nosotros tuvimos la maravillosa oportunidad para viajar juntos después de muchos años, de andar de novios, caminando sin rumbo por Bogotá. Disfrutamos de esa semana del verano pasado entre museos, libros, artesanías, visitando sitios históricos, comiendo rico, durmiendo de corrido, renovando nuestros amores.
Octavio estuvo siempre en mi cabeza y mi corazón durante el viaje, pero era necesario para mí alejarme para recargar batería para seguir adelante. Y lo logramos. Nosotros, los abuelos y sobre todo él, logramos vivir esta experiencia y superar el reto... Todos lo logramos... Y lo disfrutamos.
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