Para Liliana Barrientos Lucero, artífice y acompañante fundamental en este proceso
Al
principio yo estaba llena de dudas y temores. Tuve que luchar contra todas las
voces -y especialmente la mía propia- que me decía que no, que Octavio no
estaba preparado para irse a una escuela regular.
Aunque en ese momento ya tenía 4 años, creíamos que aún no era tiempo,
que debía ir con mejores herramientas, que debería poder hablar con mayor
claridad y tener resuelto el control de esfínteres. El saber que en un preescolar
regular los grupos son muy grandes, veinte niños juntos en un saloncito, nos
apabullaba porque hasta entonces Octavio había estado seguro y con la atención
de una maestra en un grupo de sólo tres niños en la escuela para alumnos con
autismo a la que asistía.
Además, las noticias diarias sobre el acoso escolar reforzaban el temor y la idea de que
meterlo a la escuela regular sería exponerlo a una situación de ese tipo. Israel,
mi esposo, estaba aterrado. Yo igual, pero también en mi interior una voz más
fuerte –mi intuición- me decía que debíamos darle a Octavio la oportunidad de
integrarse, de aprender a convivir en esa expresión de la sociedad que es la
escuela. Que para el resto de los niños era importante la convivencia con niños
diferentes y que en preescolar es cuando son más sensibles, más receptivos, que
es el momento de moldear personas respetuosas, tolerantes y sin prejuicios.
Entonces iniciamos la búsqueda para elegir la escuela que cubriera las
características necesarias para poder recibir a Octavio, es decir, que tuviera
la disposición, apertura y experiencia con alumnos con autismo, que contara con
el apoyo de USAER y que idealmente se ubicara en una zona cercana a nuestro
domicilio.
Fue así como encontramos el Jardín de Niños Ramón López Velarde en Ojo
de Agua en el Municipio de Emiliano Zapata. Su directora, la maestra Blanca
Elvia Silva Granados nos dijo con mucha sinceridad que sería la primera
experiencia para la escuela con un niño con autismo, pero que tenía toda la
disposición para aprender juntos, de hacer equipo con nosotros, haciendo las
adaptaciones necesarias para facilitarle a Octavio su permanencia en la
escuela, que en conjunto trabajaríamos para lograr una inclusión exitosa. Un
apoyo esencial en este proceso ha sido el acompañamiento de la maestra sombra, Mayra Leticia Luna Tello quien aplica
las estrategias que los terapeutas proponen, funge como enlace entre Octavio y los
demás niños, intercambia información y sugerencias con la maestra de grupo Ana
Luz Pérez Cano, con los otros maestros y maestras, con la USAER y con nosotros,
los padres.
Desde que entró a la escuela, el ciclo escolar pasado a la fecha,
Octavio ha tenido un avance enorme. El
primer día fue complicado porque la incertidumbre lo llevó a tener una crisis que
momentáneamente nos hizo sentir que no lo lograría pero los siguientes días y
meses fueron menos difíciles porque con las ayudas visuales y con el apoyo de todos,
se fue integrando cada vez mejor, entendiendo, participando y disfrutando de
todas las actividades de cada jornada escolar.
Estamos
muy contentos con la escuela Ramón López Velarde, su plantilla de maestros y
los padres de familia ya que en conjunto han inculcado los valores de la
amistad, de la aceptación, de la convivencia y el respeto. Octavio se siente feliz,
seguro y cobijado al asistir a su escuela y ser partícipe de la alegría, la
emoción, los juegos, el cariño que le comparten sus compañeritos. Todo el grupo
ha aceptado a Octavio tal cual es.
Podemos
hablar, entonces, de una inclusión escolar exitosa.
En el
ciclo actual tenemos la consigna de trabajar y prepararlo lo mejor posible para
el siguiente cambio importante: el paso a la primaria, que implica otro ritmo y
la adquisición de nuevas competencias para poder seguir avanzando. Es mi deseo
encontrar la escuela que también le abra las puertas con sensibilidad a Octavio;
que tenga experiencia previa o que igualmente se atreva a asumir el reto; que
quiera aprender de un niño que tiene el potencial para llegar lejos si le
allanamos las barreras para su aprendizaje; que no sienta que llega un problema
sino una gran oportunidad de crecimiento para todos; una escuela que quiera formar
parte de un equipo de trabajo sumando esfuerzos con nosotros y los lugares como
este centro para apoyar a nuestro hijo. La encontraremos, de eso estoy segura.
Gracias
al Preescolar Ramón López Velarde por ser la escuela inclusiva que ha cobijado
con tanto cariño a nuestro hijo. A la maestra Blanca que la encabeza. A maestra
de grupo Anita. A las maestras
Ángeles y Laura. A los
maestros Carlos, Gonzalo y Marco Polo. A la USAER C8. A la psicóloga y maestra sombra Mayra. Especialmente a la maestra
Liliana por asesorarnos y dar seguimiento a la inclusión escolar de Octavio.
Gracias
CEDAA por abrir este espacio de vinculación entre los maestros, las escuelas,
los niños y sus padres.
A
todos, muchas GRACIAS.
[Texto leído en el Primer Seminario de Estrategias para la Atención de niños con Autismo en Educación Regular organizado por el Centro Estatal para la Detección y Atención del Autismo. 15 y 16 de Octubre de 2015]
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