miércoles, 14 de diciembre de 2016

Enorme sonrisa

Mis regalitos de Navidad ya los he ido recibiendo en microdosis de satisfacción. Cuando pienso en cuánto hemos cambiado, desde que Octavio lloraba inconsolablemente cuando íbamos en el coche y veía que dábamos vuelta en el crucero, dirigiéndonos hacia su primera escuelita: la guardería en la que estuvo cuando era un bebé de año y medio... Hasta estos días, en que con su mochila en los hombros y su botella de agua al cuello, ha logrado entrar sólo a la Primaria, caminar el largo pasillo, rodear por la cancha y llegar hasta su salón. Él es consciente de su logro, se sabe un niño grande y se siente emocionado. Voltea a verme con su gran sonrisa y su seña de "muy bien" en su mano. Y yo, con el ojo "Remi" y el corazón henchido de amor, le mando besos y porras desde la reja.
Soy la cursi mamá, orgullosa de las grandes batallas libradas de mi pequeño, mínimas para todos, grandes para nosotros. ENORMES logros de Octavio, enormes como su sonrisa...

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