2017 comenzó sacándonos de la tranquilidad de lo cotidiano, lo conocido, lo que nos funciona.
2017 llegó a sacarnos de nuestra zona de confort con cambios malos, cambios buenos y nuevos retos.
El mundo de 2017 parece estar de cabeza, queriendo desandar lo avanzado, donde la intolerancia, el racismo, la discriminación, la xenofobia, los derechos humanos y civiles quebrantados; injusticias laborales, donde cualquiera puede llegar a ocupar un puesto; desentendimientos entre las naciones; retrocesos en el tema de la conservación y en la lucha contra el calentamiento global; y localmente, nuestro Estado de Veracruz, se revela como la mayor fosa clandestina del país y nadie parece estar alarmado por ello; un incremento en la inseguridad y la violencia, cada vez más cercanas ... y así, un largo etcétara, que muestra una perspectiva oscura del futuro de todos.
Pero el futuro se vuelve aún más preocupante ante la realidad más cercana. La nuestra, la de casa. Una nube gris ha estado arriba, nublando nuestra vida: una vescícula llena de cálculos y dos intervenciones que me dejaron en tiempo fuera un par de meses; una permanente vida llena de estrés; el inesperado diagnóstico de una enfermedad crónica con la que ahora debemos aprender a convivir; un ojo morado y un cuello contracturado por un accidente en una puerta de vidrio; un coche que se quedó varado y mudo, por culpa de los ladrones que no respetaron ni a la carcachita que nos mueve para todos lados. Y un hijito que reacciona ante todo este cúmulo de circunstancias con conductas desafiantes y preocupantes. Y su mamá en constante angustia y su papá con la angustia potenciada a mil. Nos caímos en un hoyo que de pronto parece no tener fondo.
Me ha sido inevitable, ante este baño de cruel realidad y de tanta fragilidad, pensar en el futuro de mi hijo: ¿qué mundo tan desalmado le va a tocar afrontar sólo, cuando ya no le vivamos para apoyarlo? Rápidamente trato de disipar lo negativo y me enfoco de nuevo en trabajar para construírle las armas con las que podrá defenderse. Y ante eso, tomamos decisiones radicales para poder salir de este bache.
Y así, como todo lo que nos ha ido tocando vivir, una vez más nos enfrentamos en un cruce de caminos, donde podríamos seguir dejando a Octavio en un sistema educativo con buenas intenciones pero con muchísimas deficiencias en el tema de la inclusión. En una escuela "inclusiva" que recibe a los niños, con discapacidad u alguna otra condición del neurodesarrollo, pero que no sabe qué hacer con ellos, cómo hacer para apoyarlos y que más bien, espera la "normalización" del niño. Una escuela renuente a capacitarse en el tema del autismo. Una escuela que no toma en cuenta todas las recomendaciones de los especialistas para aplicar los sistemas de comunicación, apoyos visuales y todo lo que puede ayudar a estructurar el entorno escolar para ayudar a los niños a tener menos angustia y más certezas. Una escuela que, en nuestro caso particular, no terminó por entender las necesidades de nuestro hijo y de nosotros como familia. Faltó trabajo, faltó actitud, faltó comunicación, faltó interés, faltó apoyo, faltó la verdadera INCLUSIÓN.
Sin embargo, debo reconocer el esfuerzo de la maestra de grupo, Cristina, que apoyada por Mayra, la maestra sombra que luchó contracorriente para ser aceptada y valorada como profesionista y una figura importante en apoyo a nuestro niño. Éllas dos hicieron equipo y lograron que Octavio avanzara y llegara hasta donde llegó.
Pero por nuestras expectativas en el tema escolar y las necesidades de nuestra familia, fue que decidimos que el sistema educativo tradicional no es lo que en este momento nos funciona. Octavio podría terminar primero, segundo, tercero y toda la primaria en una escuela regular pero sin avanzar ni en lo social ni en lo académico, deambulando por la escuela sin que nadie le ponga el límite, tirando cosas, sin que nadie lo incentive para jugar con los niños, etc... En este momento necesitamos un lugar que nos ofrezca tranquilidad para todos: para Octavio un entorno amable, estructurado, comprensivo, al que asistir sin ansiedad y con mayor disposición para aprender. Y para nosotros, saber que lo dejamos en un lugar con manos especializadas que nos ayudarán a sacarlo adelante, bajando nuestros niveles de estrés porque nos sentimos cobijados y comprendidos.
Por fortuna ya lo encontramos. La primera semana en INTEGRA fue de adaptación para Octavio, asistió muy feliz, conoció los espacios, a los terapeutas, maestros y personal. Se sintió querido y nosotros estamos contentos. Se que habrá días muy buenos y días que no lo sean tanto, pero sabemos que este cambio es uno de los que en este momento nos dará la certeza y tranquilidad de que estamos en el lugar correcto, con los especialistas correctos, que recibiremos la ayuda que necesitamos para salir de este bache, encontrar estabilidad y vivir más felices.
Mi corazón anda dando vuelcos. Esas mismas extrasístoles que sentí a los veintitantos años, cuando mis aprehensiones eran por encontrar mi camino y al amor. Volvieron para decirme que deje de ser tan aprehensiva, que necesito paz en el camino que la vida me puso, pese al mundo de cabeza de este 2017, pese a los quebrantos de la salud, pese a los ojos moros y los coches robados. Necesito que mi vida vaya de nuevo, con calma, con tranquilidad, con aceptación, con amor...
Que bueno que encontraron luz en medio de la insertumbre angustiosa. Les mandamos todo nuestro amor, los tenemos muy presentes.
ResponderEliminarUn abrazo enorme Yarim! Te iba a proponer el hs, pero creo que ya encontraron algo que les puede funcionar...besos y mucho ánimo!!
ResponderEliminarYarim querida, un abrazo muy fuerte. Qué bueno que encontraron un lugar en el que se sientan cobijados y les ayude a sentirse tranquilos.
ResponderEliminarYarim, siempre los pienso muchísimo. Espero que as cosas sigan mejorando cada vez más, que la vida les brinde herramientas y recursos para tener un a vida tranquila, bonita y feliz, que las dificultades sean en realidad oportunidades de conocer caminos mejores y que sigan creciendo cada día más como familia. ustedes son maestros en todo el sentido de la palabra, y quienes estemos a su lado tenemos la oportunidad de crecer con su ejemplo. Ahora, con respecto a Octavio, te escribí algún día algo que no conozco directamente pero que sí he visto de lejos, sorprendida por sus resultados: el uso de la trementina (pura, es decir, el aceite esencial de pino, no lo que se vende más comercialmente para pintura, que es químico) como desparasitante, con muy buenos resultados en TEA que mejoran con el paso de los meses. No soy yo para dar una última palabra, pero quizás pueda ser útil que tú, que sí sabes del tema consultes y consideres su pertinencia. Lo poco que he leído y visto al respecto lo he conocido por un grupo de Facebook que se llama Espíritu de la trementina. Y lo de autismo lo coordina, creo, una mamá española que se llama Victoria Sanz, que es una de las administradoras de ese grupo. La lógica, básicamente, es volver a la medicina tradicional, con la que se utilizaban estos aceites esenciales (especialmente la trementina) para la cura de muchas enfermedades. Pienso mucho en ustedes. Y sé que ya todo lo que hacen es valiosísimo. Menciono todo esto por si les puede ayudar más. Un abrazo fuerte de Irene y mío.
ResponderEliminarEncontrar paz en medio de tanto caos es una conquista de grandes corazones y mentes lúcidas. Te admiro y te quiero.
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