Hace tres meses que tomamos la decisión de salir de la escuela primaria y del apoyo complementario para hacer un alto y ver las necesidades verdaderas de nuestro hijo. Y le dimos un giro a todo: cambiamos el sistema escolar regular que (para nosotros) es rígido, cuadrado y estresante, generador de ansiedad y conductas inadecuadas... Por intervención terapéutica intensiva; una escuela especializada, flexible y humanista; menos actividades académicas vespertinas por más actividades físicas y lúdicas.
Así fue como llegamos al grupo incluyente o unificado de atletismo del maestro Juan Carlos Guízar. Él es de esos maestros de los que hablaba al principio. Él mismo se describe como "Licenciado en Educación Física por vocación y Educador Especial por convicción". Trata a todos los chicos sin hacer distinciones, es exigente y firme pero sin dejar de ser amable y motivador con los chicos. Sin duda, se ve que su trabajo lo hace con mucha vocación y gusto.
Octavio se ilumina con los maestros y terapeutas que hacen la difencia, con los que se siente amado y aceptado, con los que intercambia emociones y con quienes se siente estimulado para interactuar. El maestro Guízar es uno de ellos y es, junto con los otros queridos maestros y terapeutas, un gran pilar para Octavio en los últimos tiempos.
Las tardes de atletismo son las mejores para Octavio. Moverse, correr, saltar, convivir con los demás niños y niñas lo hace muy feliz.
Y yo amo verlo así.
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