A VER SI ASÍ APRENDES!
Lo voy a escribir para no olvidarlo, quisiera olvidarlo pero no debo. Lo escribiré sin extenderme mucho, pero no dejo de escuchar los gritos desesperados del reclamo de Israel A VER SI ASÍ APRENDES! A VER SI ASÍ APRENDES!. Y claro, me sentí y todavía con mucha pena, la mamá más mala y descuidada del mundo.
La tarde previa al cumpleaños de Octavio fuimos a hacer compras para el festejo que le hicieron sus abuelos. Yo lo llevaba cargado en el mei tai pero ya estaba llorando, aburrido... Tontamente yo, para entretenerlo, le di un paquete de galletas para que jugara y tuviera algo en las manos. Pero obvio, no lo dejó en sus manos, se lo llevó a la boca y con los dientes tipo navaja que tiene, lo mordío hasta que lo rompió. Todo pasó muy rápido, y subestimé la capacidad de un bebé y el riesgo de accidentes. En fin, cuando me di cuenta vi que el paquete estaba roto y que le faltaba un pedazo. Lo saqué del mei tai, le abrí la boca y le vi el pedazo de papel metálico en la garganta. Se lo traté de sacar, el lloraba horrible, muy espantado. La gente al ver nuestros movimientos trató de ayudarnos, haciendo maniobras contra la asfixia. Llanto, gritos, desesperación... horrible, no quiero ni recordarlo.
Paramos en la Cruz Roja. El niño lloraba y gritaba, signo de que no estaba obstruida su respiración. La abuela de Octavio se cayó al bajarnos del taxi que nos llevó al hospital. Israel entró con los paramédicos a la revisión, a mí me sacaron. Busqué la manera de entrar. Lo logré. Más llanto. Más reclamos. Más enojo. Mucho miedo. Mucha culpa.
Los médicos me explicaron, el bebé no estaba morado, gritaba, lloraba, no tenía obstruídas las vías aéreas. Ya no se le veía nada en la garganta, se lo tragó. Ahora tenía que esperar entre doce y veinticuatro horas para que lo expulsara. Si no, habría que pensar en un ultrasonido para ver en qué parte de los intestinos estaba. En algunos casos hasta se tiene que recurrir a la cirugía. Así que revisé cada uno de los pañales hasta que, justo un poquito antes de la hora de la fiesta de cumpleaños, ví el mentado pedazo de papel metálico que ya había salido.. Era grande, de unos 5 cms. Llamé a Israel para que lo viera en el pañal. Casi lloramos, de nuevo, al pensar que eso pudo haber asfixiado a Octavio.
La abuela se hizo un esguince al caerse. A Octavio le duró muchos días el llanto, el susto, no quiere separarse de mamá, más que nunca odia que lo acueste para cambiarle el pañal, por supuesto está aterrorizado cuando tiene contacto con médicos, como hace días que lo vacunaron y le volvió el mal recuerdo.
El día de la fiesta de Octavio él pareció olvidar todo y se la pasó contento, divertido, jugando con los niños, correteando y comiendo gelatina, como si lo vivido la tarde anterior nunca hubiera sucedido. Pero no dejó de sentirse entre todos una sensación de tristeza porque vivimos un momento muy desagradable y potencialmente muy peligroso, la historia pudo haber sido distinta.
Ahora ya estamos mejor, la abuelita menos adolorida, Octavio más tranquilo y nosotros también. Ya no hay reclamos. Ya pude, por fin, escribirlo para sacar el episodio de mi cabeza, pero para recordar que ninguna precaución es suficiente. Los accidentes pasan en un segundo pero muchos, muchos podemos evitarlos.
Y sí, efectivamente, así, lo aprendí...
No pegué el link del artículo sobre el peligro de las bolsas plásticas. Va de nuevo: aquí está
ResponderEliminarLo siento muchísimo. Ha debido ser terrible. Qué mal. Lo siento, lo siento, lo siento.
ResponderEliminarY sí, definitivamente los chiquitos siempre están en riesgo. Y es imposible controlarlo al 100%. hace poco leí una entrada (la voy a buscar para pegártela: aquí está) sobre el riesgo de las bolsas plásticas, tan cotidianas aunque no queramos. Leerla me hizo pensar definitivamente que no quiero tenerlas en casa, que voy a buscar unas de papel para mis cuencos de basura y que me haré cuanto antes una de tela para mis compras.
Y así pasa con todo: le regalaron hace poco a Irene un teléfono móvil de juguete al que no sé que genio se le ocurrió quitarle el tornillo que protegía, cerrado, el lugar donde van las pilas. La pequeña llevaba unso tres días andando con él por todos lados, jugando. Y yo había visto que le habían quitado el tornillo, pero no había revisado cómo era adentro. Total, un día me da por mirar y ¿qué me encuentro? Pilas pequeñitas, del tamaño de un botón. Mi chiquita se pudo ahogar con ellas. No dije nada, simplemente guardé el teléfono en un cajón.
Todo son riesgos y lo único que podemos hacer con ellos es tratar de tener los ojos alerta. Y estar pendiente de los chiquitos. No más.
Creo que hiciste bien las cosas, que aprendiste y aprendimos y que no volverá a pasar.
Un abrazo fuerte para los tres. Y tranquilidad, mucha tranquilidad.
Saluditos,
A.
Gracias A. Sí fue horrible. No sé qué más decir, mas que sigo apenada, pero bueno, definitivamente fue una experiencia, aunque mala, de la que he aprendido. Ahora este chiquitín empieza a ser un torbellino y hay que ir detrás de él y anticiparse y restringirle cualquier cosa que creamos inofensiva.
ResponderEliminarDe lo de las bolsas y pilas es algo para pensar y optar, lo más que se pueda por, no tenerlas en casa, por protección y por ecología. Gracias por compartir el link.
Te mando muchos saludos
Que pena, estas cosas pasan, es así.
ResponderEliminarHay que ser lo más precavidos que se pueda, aunque te critiquen, a veces la gente piensa que soy exagerada porque no permito que Itzcóatl salga de mi campo de visión, se va copmplicando conforme adquieren independencia y voluntad, incluso capacidades argumentativas, de todo te dicen" claro, como sólo tienes uno no has aprendido, lo sobre proteges, como en todo, en cargarlos mucho de bebés y todo lo demás, ellos te avisan cuando están listos para dejar el nido.
En fin, un abrazo fuerte, trata de pasar la culpa, a mi se me cayó de la cama con dos meses y tuve que llevarlo a que le hicieran una radiografía, las enfermeras regañándome, pero bueno eso no ayuda, tu lo cuidas lo de la mejor manera porque nadie lo entiendo como tú, y el esta perfectamente sano.
Gracias por tus palabras Chili
ResponderEliminarYarim! No había leído tu post, que susto pero que bueno que ya está mejor tu bebé. Imagino la angustia, la desesperación y el agotamiento emocional y físico. Siempre hay que extremar precauciones y hacer oídos sordos a los que te dicen que exageras, coincido con Chili entre más grandes más difícil es tener cierto control sobre ciertas cosas, pero también hay que enseñarles los posibles riesgos y en efecto, no perderlos de vista. Son tan curiosos los niños y luego nosotras tan ilusas por no pensar en sus capacidades que en un instante todo puede cambiar. Recuerdo que mi hijo una vez se metió a la nariz una estrella metálica y lo peor fue que no nos dimos cuenta hasta que al día siguiente la guía (maestra) nos la enseño en un pedazo de papel, imagínate la angustia, la pena y las miles de posibilidades que te planteas en la mente. Que bueno que está bien tu hijo, muchos abrazos a Octavio de ojos brillantes y sonrisa cautivadora.
ResponderEliminarHola Yarim que fea experiencia, por la que pasaste :( lo siento. pero leí tu post en el momento indicado. aveces soy muy distraida con azul. Besitos ánimo y no te culpes
ResponderEliminarHola no habia leido tu post, una pesadilla hecha realidad, gracias por compartir este momento tan duro, nos pone alertas a las mamas que te leemos a estar mas al pendiente, lo siento mucho afortunadamente las cosas lograron resolverse. Muchos abrazos
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