Ha hecho muchísimo calor... lo peor es que el aire caliente se encierra dentro de la casa y parece estancado, sin circular, lo que se vuelve sofocante. Pero Octavio hace un par de días que le ha dado por amar a su suéter... lo quiere... lo abraza... intenta ponérselo siempre que lo encuentra a la mano. Llora hasta que logra que se lo pongamos. Y ahí lo vemos, ya, tranquilo, con las mejillas rojas y húmedas de las lágrimas, pero contento con su suéter puesto.
Nosotros nomás nos angustiamos pensando en que se va a asar con el calor que hace y él tan abrigado y tratamos de negociar con él después de un rato: Octavio, préstame tu suéter, mira que hace mucho calor, vamos a quitártelo y luego te lo volvemos a poner... y no, un rotundo no con su cabeza y aprieta hacia sí mismo el suéter para no dejarnos quitárselo.
Hay cosas que no me explico de las emociones, sentimientos y la lógica del pensamiento de los niños, pero esto me sorprente tanto como que le den miedo los focos. Creo que quizá el suéter, ponérselo, le dé seguridad, como un osito o frazada para otros niños, por eso respetamos su deseo y no lo obligamos a quitárselo aún cuando nuestra lógica nos dice que con el calor que hace a nadie se le puede ocurrir andar abrigado. Pero a Octavio si. Me da mucha ternura.
Tuvimos que esconderle el suéter en un descuido, porque él no se da cuenta de que tanto calor, en el ambiente y en su cuerpecito puede hacerle daño. Veremos qué pasa. Seguramente lo olvidará pero, insisto, son cosas que no dejan de sorprenderme y me hacen entender que este chiquitín es un individuo con gustos, preferencias, carácter y necesidades particulares, que debemos orientarle pero sin dejar de respetarle en todos los aspectos.
Qué tierno.
ResponderEliminarEs cierto que nuestra lógica suele ser muy distinta a la de los chiquitos. Y no te preocupes, que cuando tengo calor seguramente lo sabrás.
(¡¡Qué ilustración más bonita!!)
Un abrazo.
Qué ternura, el mío simpre quitándose la cobija mientras duerme, aún cuando haga mucho frío.
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