lunes, 7 de febrero de 2011

Cómo hemos cambiado

Para tí, por tu cumpleaños...

La historia de los papás de Octavio

II

Nos conocemos desde los 20 años... casi en un suspiro hemos crecido y envejecido juntos. Estudiamos la misma carrera, trabajamos, compartimos, viajamos, vivimos, nos separamos, nos extrañamos, nos buscamos, regresamos... hemos hecho muchas cosas juntos, como pareja, durante casi 17 años... toda una vida...

Todos esos años, toda nuestra juventud veinteañera, nunca nos pasó por la cabeza tener hijos. Rentábamos una casa bonita, teníamos muchas artesanías y objetos de arte, un taller de pintura, un despacho de diseño, muchas películas y libros, muchos discos de música, un perro, un coche con el que nos íbamos de aventura a donde fuera sin planear. Nos íbamos al cine a las funciones de la noche o a las matinées, comíamos cualquier cosa. De mochileros nos fuimos juntos a La Habana, Roma, Florencia, Venecia, Barcelona, París y NY visitando los grandes museos y galerías, caminando como locos y durmiendo en literas de hostales.

En la mejor etapa de mi desarrollo profesional trabajando en una institución, con un buen sueldo, con mucho trabajo, horas extras, checando entrada y salida, comiendo de volada en una hora para regresar a la oficina por las tardes. Trabajaba con amigos en un espacio muy lindo. Además iba al gimnasio. Pesaba mucho menos. Me compraba ropa. Pagabamos la casa y los servicios entre los dos sin problemas. Salía con mis amigos a cenar y platicar con cafés y cervezas de por medio. Luego me independicé de la institución donde trabajaba y emprendí mi profesión freelanceando y me fue bien, ganaba mi dinero, suficiente para no cambiar nuestro rol de vida. No era ama de casa, no sabía cocinar y aún no lo sé, estaban las cosas limpias y en orden.

Así, disfrutando la vida y trabajando para disfrutarla juntos, llegamos a nuestra década de los maduros 30 y con ella, mi necesidad, mi llamado de la naturaleza por algo en lo que nunca había pensado antes, ahora quería ser mamá. Alguien tuvo que ceder. O él, a tener un hijo conmigo, o yo, a nunca tenerlo y seguir siendo una pareja, libre, independiente, con un perro y sin hijos. Cuando llegamos a un acuerdo, teníamos 33 años, hicimos el primer intento por embarazarnos. Nuestro hijo llegó dos años después, cuando ya teníamos 35. Muy deseado y amado desde el principio por mi, aunque Papá, sin embargo, tendrá que hacer las presentaciones pertinentes y el roce, inevitable y deseado, hará que el amor surja igualmente.

Por tantos y tantos años conviviendo y compartiendo el espacio solos, ahora me surge la pregunta de ¿qué tan preparados estábamos para ser padres? ¿qué tanto nos hemos adaptado a los cambios radicales que implican tener una pequeña vida en nuestras manos, en nuestro espacio, en nuestro tiempo?

Creo que no, no lo estábamos y estamos aprendiendo sobre la marcha. Tan no lo estábamos, que a veces no sabemos qué hacer ante un berrinche, nos cuesta ver de pronto la casa en desorden, llena de juguetes en el piso y con pañales y ropa de bebé secándose en las ventanas. Las artesanías ya están resguardadas en cajas hasta que dejen de ser un riesgo en y para las manos del pequeño explorador. Los discos serán igualmente guardados. Los libros y las películas se quedarán en sus lugares porque son demasiados, pero Octavio tendrá que aprender a entender que ahí están. Nuestro espacio suficiente por años, ahora tenemos que irlo adaptando hasta que sea un verdadero nido, el lugar donde crecerá Octavio seguro y resguardado, conviviendo con sus padres... en fin, así muchos etcéteras que hablan de nuestro proceso de aprendizaje y adaptación.

Ese 5 de noviembre de 2009 nacimos los tres y estamos creciendo juntos, adaptándonos, aprendiéndonos, conociéndonos, transformándonos. Para mí ha sido revelador ser mamá. Sí hay un antes y un después.Y aunque pueda añorar el antes, vivo intensamente el hoy con todo lo que representa.

Los muchos años que fuimos sólo Israel & Yarim los estamos coronando con nuestra pequeña cría, que llegó a acompañarnos y enriquecernos. No ha sido un sacrificio, porque la vida se nos ha vuelto, con él, cada día más interesante y llena de retos...

Amor y paciencia, son dos de las respuestas ante las tantas preguntas que surgen en nuestras cabezas de 37 años, que día a día, están aprendiendo a ser los pápás de Octavio.

1 comentario:

  1. Te entiendo tanto...
    Creo que es un aprendizaje diario con el que crecemos tanto como estos pequeños retoños. ¡Qué suerte y qué amor más puro tiene a su lado Octavio!
    Feliz cumple materni-paternidad para ustedes, papás.
    Un abrazo.

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