Me acuerdo tanto cuando nació y me lo dieron por fin, era tan chiquitito y yo tan insegura, pero en ese momento supe que lo amaría siempre cada minuto... así tan fragilito e indefenso que era, que el moisés le quedaba enorme y hoy, lo veo subirse y bajarse de un salto de la cama y los muebles, con movimientos tan seguros que me sorprende... sin duda, el mundo le empieza a quedar chico. Corre, decide, dirige, se emociona, investiga. Es muy fuerte, tiene una cabeza como de coco, tan duro, que no le duelen los cabezazos que tira sin consideración. Muerde todo lo que se le atraviese porque le están saliendo las muelas. Y con toda la tosquedad que pueda tener, sigue siendo tierno, nos abraza y nos besa, me mira como si fuera yo su estrella de rock favorita y él mi fan, cuando jugamos a las escondidas y me encuentra. Le toca la puerta a papá cuando entra al baño y le platica desde afuera todo un diálogo que sólo él entiende pero que es su modo de exigirle que salga, que quiere que esté con él...
Vivo enamorada de Octavio y quizá yo sea la dependiente de él. Estos días que yo he tenido mucho trabajo de diseño, que requiere mi tiempo y atención exclusivos en la computadora, papá se ha llevado a Octavio a pasear al parque, y yo logro avanzar mis diseños pero después de un rato comienzo a extrañarlos, a sentir que me necesita, que le va a dar hambre, o frío, o que va a llorar al sentirse lejos de mi. Entonces me empiezo a bloquear y los diseños se me alentan, y me preocupo porque se me hace largo el tiempo que han estado afuera. Y cuando llegan a casa, muy contentos, y Octavio ni lloró ni me extrañó, ni tuvo hambre ni frío y jugó y platicó mucho con papá, me siento feliz y tranquila, porque veo que ese chiquitín peludito y miniatura que era cuando de lo dieron en el hospital, es ahora un hombrecito que me va a ir necesitando un poquito menos cada día... de nuevo, la sensación agridulce de crecer...
Y cuando ya nos vamos a dormir, se que al cerrar los ojos, te seguiré viendo Octavio, porque tu rostro lo tengo fijado, en el lado de adentro de mis párpados... y mientras creces, te disfruto cada minuto... y así prolongo este tiempo... el album de mi cabeza sólo con fotos tuyas se llena...
Precioso.
ResponderEliminarConfieso que tengo la misma sensación... pero luego me doy cuenta de que hay nuevos momentos, nuevas experiencias, nuevas imágenes para mi cabeza... y me alegro.
Un beso.
Es tan hermoso lo que escribiste.
ResponderEliminarMe llenó de ternura, atesóralo, pero también como es justo ahora, te seguirá diciendo te quiero mamá, cada vez con más palabras y más complejidad, y lo amarás, tómale muchas fotos y escribe sobre los que siente y lo que hace, así capturas un poco de esa instántanea de la ralidad que en seguida se borra para se sustituida por otra.
Un abrazo,
N.
Al principio ya adore esta entrada, y tenia todas las intenciones de escribirte por aquí con todo mi cariño, porque ya tenia un buen tiempo sin dedicarle y me hacia falta, pero esta forma de terminar la entrada me emociono total! adoro esa canción de mi colombianitos del alma. Ahora mismo la estoy escuchando a todo volumen http://www.youtube.com/watch?v=H6i5J8Cjkqc
ResponderEliminarGracias hermanas... qué lindo compartir este sentimiento...
ResponderEliminarLyn querida, te he extrañado... Me encantan las letras y voz de Andrea!
Las abrazo
Ay nena...qué te digo!! Nuestros peques se nos hacen grandes y yo vivo junto a ti todo eso porque son casi "hermanitos". El buchis comienza el lunes guardería y siento el corazón hecho pasita, pero también trato de mentalizarme para darle ánimos y toda la confianza del mundo...te confieso, lloré al leerte porque pareciera que es mi propia historia...
ResponderEliminarBesos grandotes para ti y Octavio!!
Yarim que bonito lo que sientes, creo que casi todas las madres tenemos ese sentimiento, de ese amor hacia nuestros hijos y cuando van creciendo viene la añoranza de no crezcan, que se queden chiquititos ohhh. Un abrazo eres una hermosa y bondadosa mujer!!
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