jueves, 24 de marzo de 2011

Nada que hacer...

Lilus despierta con el sol. Como no hay cortinas en su cuarto de cuatro metros, el sol entra sin avisar y da grandes latigazos en la almohada. Lilus quisiera poseer uno de esos rayos, torcerlo y dejarlo resbalar entre sus dedos. ¡Qué chistoso sería tener uñas de sol! En la noche podría leer a la luz de sus uñas, a la luz de las chispitas proyectadas por sus dedos. Cuando se lavara las manos (lo que no hace muy seguido) cuidaría de no mojar demasiado la punta de cada dedo. Al tocar el piano tendría una linternita para cada nota. Al peinarse, salpicaduras de sol brillarían entre sus pelos. A lo mejor la llevarían al circo como fenómeno para ponerla entre la mujer barbuda y la mujer gorda.

Hoy no tiene nada que hacer. ¡Qué bueno! Cuando Lilus no tiene nada que hacer, no hace nada. Se sienta en el último peldaño de la escalera y allí se está mientras Aurelia hace la limpieza. Se abren muy grandes las ventanas, y el sol entra, y el polvo se suspende en cada rayo. Giran espirales de oro gris. Lilus sacude con sus manos las estrellitas de polvo, pero el sol las defiende y ella vuelve a ocupar dócilmente su sitio en la espiral. Y allí siguen girando y calentándose en el rayo de luz.

Lilus platica con Aurelia y le pregunta: “¿Cómo te da besos tu novio?”

-“ Besos chichos, niña besos chichos...”

Lilus se queda pensando en cómo serán los besos chichos...

Al papá de Lilus no le gusta ver que su hija se quede sin hacer nada. “Vete a hacer ejercicio. ¡Corre! Te vas a embrutecer si te quedas mirando quién sabe qué”.

El papá de Lilus no puede comprenderla cuando ella se queda horas enteras mirando a un gatito jugar con su cola, a una gota de rocío resbalar sobre una hoja. Lilus sabe por qué las piedras quieren estar solas... Sabe cuándo va a llover, por qué el cielo está sin horizontes, compasivo. Ha tomado entre sus manos pájaros calientitos y puesto plumas tibias en sus nidos. Es diáfana y alegre. Un día tuvo una luciérnaga y se pasó toda la noche con ella, preguntándole cómo encerraba la luz...

Ha caminado descalza sobre la hierba fría y sobre el musgo, dando saltos, riendo y cantando de pura felicidad. El papá de Lilus nunca camina descalzo... Tiene demasiadas citas. Construye su vida como una casa, llena de actos y decisiones. Hace un programa para cada día, y pretende sujetar a Lilus dentro de un orden riguroso. A Lilus le da angustia.

Los cuentos de Lilus Kikus
Elena Poniatowska

lunes, 21 de marzo de 2011

El album


Siempre que me recuesto con Octavio, cuando duerme su siesta y quiere chichi, me lleno de una sensación tan bonita, de paz, de añoranza, de querer con todas mis ganas que ese momento permanezca, como una foto, como un album indeleble en mi cabeza, pero se que es tan pasajero... que el tiempo pasa tan rápido y en un abrir y cerrar de ojos, mi chiquito crecerá más, dejará de ser mi bebé y será un niño -y ya lo es-  autónomo, independiente y un día no querrá más chichi ni dormir conmigo... ah, que sentimiento tan agridulce... ese de ser feliz por ver a nuestro hijo crecer y desarrollarse normalmente a un ritmo muy acelerado y que al mismo tiempo, una vaga tristecilla, porque quisiera prolongar ese tiempo de sus primeros meses y años, y no se puede... después serán sólo recuerdos...

Me acuerdo tanto cuando nació y me lo dieron por fin, era tan chiquitito y yo tan insegura, pero en ese momento supe que lo amaría siempre cada minuto... así tan fragilito e indefenso que era, que el moisés le quedaba enorme y hoy, lo veo subirse y bajarse de un salto de la cama y los muebles, con movimientos tan seguros que me sorprende... sin duda, el mundo le empieza a quedar chico. Corre, decide, dirige, se emociona, investiga. Es muy fuerte, tiene una cabeza como de coco, tan duro, que no le duelen los cabezazos que tira sin consideración. Muerde todo lo que se le atraviese porque le están saliendo las muelas. Y con toda la tosquedad que pueda tener, sigue siendo tierno, nos abraza y nos besa, me mira como si fuera yo su estrella de rock favorita y él mi fan, cuando jugamos a las escondidas y me encuentra. Le toca la puerta a papá cuando entra al baño y le platica desde afuera todo un diálogo que sólo él entiende pero que es su modo de exigirle que salga, que quiere que esté con él...

Vivo enamorada de Octavio y quizá yo sea la dependiente de él. Estos días que yo he tenido mucho trabajo de diseño, que requiere mi tiempo y atención exclusivos en la computadora, papá se ha llevado a Octavio a pasear al parque, y yo logro avanzar mis diseños pero después de un rato comienzo a extrañarlos, a sentir que me necesita, que le va a dar hambre, o frío, o que va a llorar al sentirse lejos de mi. Entonces me empiezo a bloquear y los diseños se me alentan, y me preocupo porque se me hace largo el tiempo que han estado afuera. Y cuando llegan a casa, muy contentos, y Octavio ni lloró ni me extrañó, ni tuvo hambre ni frío y jugó y platicó mucho con papá, me siento feliz y tranquila, porque veo que ese chiquitín peludito y miniatura que era cuando de lo dieron en el hospital, es ahora un hombrecito que me va a ir necesitando un poquito menos cada día... de nuevo, la sensación agridulce de crecer...

Y cuando ya nos vamos a dormir, se que al cerrar los ojos, te seguiré viendo Octavio, porque tu rostro lo tengo fijado, en el lado de adentro de mis párpados... y mientras creces, te disfruto cada minuto... y así prolongo este tiempo... el album de mi cabeza sólo con fotos tuyas se llena...

viernes, 18 de marzo de 2011

Penélope

... o mis aventuras tejiendo y destejiendo...

A mí, las ganas de tejer me entraron ya teniendo a Octavio, quizá como una reacción natural relacionada con la maternidad, ya que fue a partir de que soy mamá que quise aprender a hacerle ropa, cosida o tejida, con mis propias manos. No lo he logrado aún, pero estoy muy contenta porque, por fin, estoy aprendiendo a tejer, con la instrucción de Náhuatl en su proyecto Tejiendo Juntos, y ha sido una buena experiencia.

Estos son mis avances, parecen poco, pero para mí es mucho, porque no me creí capaz de aprender a montar puntos, tejer un resorte, agarrarle la onda a los derechos y reveses, contar puntos, etc. Y claro, para eso, he tejido y destejido como mil veces, mi estambre de lana de borrego verde.








Ahora voy a aprender a hacer reducciones, pero he tenido que hacer una pausa porque tengo que hacer varios diseños y pulirme con una propuesta de diseño editorial que me encargaron para la próxima semana, para ver si me quedo trabajando con un proyecto que puede darme un re$pirito por un tiempo (prendamos las veladoras)


Espero llegar al final de esta, mi primera experiencia tejedora, y ver terminada la cubierta de pañal MADE IN EL NIDO DE OCTAVIO que hasta le voy a mandar a hacer una vitrina con luces dirigidas y toda la cosa, porque será, sin duda, mi mayor orgullo :)

{momento} {this moment}

martes, 15 de marzo de 2011

El club de las lombrices

En Xalapa contamos con muchas áreas verdes muy bonitas.

El parque de Los Tecajetes es una hondonada con muchos caminos, árboles altísimos, cascaditas, peces y tortugas, además tiene canchas y juegos para los niños. Está en pleno centro de la ciudad, pero parece que está uno en lo profundo del bosque. Pues el pasado fin de semana fuimos a pasear a él, con el objetivo de encontrarnos con "El Club de las Lombrices", que es un grupo de ecologistas que están fomentando la lombricultura entre la población local. Yo estoy últimamente muy interesada en el tema de las compostas, como una pequeña contribución que se puede hacer en casa, para transformar los desechos orgánicos en un material rico en nutrientes para las plantas.

Los Tecajetes es un parque muy agradable. Octavio lo disfrutó mucho, jugamos, corrimos, comimos, platicamos, le avancé al tejido y nos informamos sobre la lombricultura. En dos semanas me donarán mi pie de cría, para que en ese lapso de tiempo, el material que ya he ido juntando esté ya un poco avanzado en la descomposición. También me dijeron que debía cortar o triturarlo un poco, para que el proceso sea un poco más rápido.

Espero que funcione bien mi primera experiencia haciendo composta, es una de esas pequeñas acciones pero significativas en relación al cuidado del ambiente y claro, espero que con ellas, Octavio vaya aprendiendo a valorar el entorno.

En los Tecajetes



















Queriendo trepar a la abuelita



















Las tortugas















Estanques con peces















Escultura de los aguadores (tecajetes)
















Estanque espiral















Más estanques



















Sintiendo texturas



















El club de las lombrices



















Nos enseñaron sobre lombricultura
















domingo, 13 de marzo de 2011

Nada que celebrar


Mi amigo Ramón, que no tiene pelos en la lengua, escribió  lo siguiente en su muro de facebook el pasado 8 de marzo que se conmemoró el Día Internacional de la Mujer: Lo único que puedo pedir a las mujeres en este día: No se dejen mangonear por esa bola de cabrones, ya sean sus novios, maridos o pretendejos que no son capaces de respetarlas y reconocer sus cualidades y pasar por alto sus defectos. De ustedes depende que el abuso y el maltrato de los culeros hombres hacia ustedes se acabe. ¡Ya basta de tanto hijo de la chingada que las agrede, humilla y menosprecia!

Y así es, justo como Ramón lo dice, con su muy florido lenguaje, no hay más.

Resulta que la noche del viernes, mis vecinos de abajo, recién casados y jóvenes, nos desvelaron con una pelea campal con gritos, llantos, golpes, objetos lanzados, etc., donde sin duda, la mujer llevaba la desventaja, para empezar física, porque el marido es mucho más fuerte, además de que estaba alcoholizado. Las casas están tan pegadas una con la otra, que es imposible no escuchar este tipo de episodios. La cosa fue subiendo de tono, así que también nosotros sentimos el deber de intervenir, no directamente, pero sí avisando a la policia.

La policía tardó unos 40 minutos en llegar, por suerte no la mató en ese lapso de tiempo. Hablaron con ellos. Todos muy civilizados y tranquilos. Se justificaron por el escándalo. La policía se retiró sin llevarse a nadie. Y ya, todo paró. Por fin nos dejaron dormir. Por suerte que Octavio no se enteró de nada.

A la mañana siguiente, los ví salir, tan tranquilos, cada uno por su lado, quizá a sus trabajos. Ella muy arregladita, maquillada, vestida a la moda y con sus lentecitos oscuros y un jugo de naranja en una mano y su bolso de marca en la otra. Como si todo lo que pasó la noche anterior nunca hubiera sucedido!!! Me impresionó verla tan como si nada. Me dió coraje, más que con ese abusivo hombre, con élla, porque esto se seguirá repitiendo mientras ella no ponga un alto y al contrario, su actitud siga siendo de aceptación de esa realidad y así son las cosas, acostumbrada a esas situaciones, como algo normal.

Y son recién casados!!!... Espero que no tengamos más noches de desvelo como esas.

A mí me causa cierta molestia las felicitaciones en el Día de la Mujer, me parece que se ha perdido el sentido de esa conmemoración y si queremos equidad, celebrar un día especial, por ser mujer, marca más las diferencias entre géneros. Lo que sí pienso y coincido totalmente con Ramón, es que las mujeres tenemos, todos los días, ese poder en nuestras manos para no permitir que estas cosas sigan pasando y para enseñarle a nuestros niños varones a romper con el machismo.

lunes, 7 de marzo de 2011

16 meses: caminando, empujando y con algunos mieditos

Ayer Octavio cumplió 16 meses, creo que se ha ido desarrollando adecuadamente, ahora lo veo como un muchachito, un hombre en pequeño, con su ropa que ya nos es de bebecito. Es delgadito y se ve largo. Pienso, y espero, que será alto de estatura, o por lo menos, creo que rebasará a su papá que es bajito.

Hace casi un mes que Octavio se decidió a soltar nuestras manos y dar sus pasos ya sólo. Anda todavía como borrachito, pero cada día se fortalecen más sus piernas y su sentido del equilibrio, así que cada vez lo hace con mayor seguridad. A veces quiere correr, o llegar más rápido al punto que tenga de objetivo y entonces cae pero generalmente no se asusta, yo le digo que arriba, no pasa nada y sigue adelante...

Lo que le sigue encantando es empujar sillas, bancos, cajas y el carrito del super, lo que hace verse muy gracioso, como una hormiguita muy afanadora cargando el triple de su peso. Claro, que nosotros no lo dejamos que lo empuje sólo pero realmente es muy simpático ver al pequeño hombrecito muy concentrado en su trabajo de cargador. 



Nosotros nunca le hemos ni le diremos cosas a Octavio que lo asusten, pero no sé porqué desde hace unos días que hay cosas que le dan miedo, como si fuera un miedo inducido, como los señores de cargan el tanque del coche en la gasolinera. Le da mucha angustia verlos acercarse y llora realmente asustado. Yo trato de tranquilizarlo y explicarle quién es y qué hace, pero me llama mucho la atención que eso le de miedo, si antes no pasaba así.

Otra cosa es que estos días le da nervios y casi miedo son los focos (bombillas)!!!! qué cosa tan rara, si antes le gustaba señalarlos y le llamaba la atención verlos prenderse y apagarse. En especial hay un pasillo de la casa de la abuela por el que le da miedo pasar y cuando lo hace, pasa mirando hacia arriba como si viera algo más, pero sólo está el foco. No tengo ni idea qué le puede estar causando este nuevo temor.

También, lo subimos al carrusel, porque aparentemente le llamaba la atención cuando lo veía y creímos que lo disfrutaría, pero al subirlo, no paró de llorar, sobre todo, porque veía a su papá que se había quedado abajo. Siempre trato de calmarlo y explicarle las cosas, pero a veces, sin duda, me es inexplicable lo que pase por su mente que haga que sienta miedo, un miedo innato.


Por lo demás creo que a sus 16 meses es un niño normal, platicador, juguetón, risueño, sociable, tranquilo, explorador, observador, carismático... qué más puedo decir, si soy su mamá y lo amo mucho y mucho más desde hace un año cuatro meses que nacimos juntos..

jueves, 3 de marzo de 2011

Cacería

Cuando era niña, Dante, mi papá nos regaló una colección de la revista National Geographic. En una de ellas venía un reportaje sobre la matanza de cachorros de foca. Recuerdo la secuencia de fotografías donde las madres trataban de defender a sus bebés, pero impotentes, no lograban salvarlas de los salvajes cazadores. Luego una masa roja en la nieve denotaba el acto consumado. Yo tendría unos 7 años y no podía explicarme que existiera gente tan mala, capaz de matar a una foquita inocente para arrancarle la piel.  

Años después, cuando conocí este cartel me pareció contundente el mensaje.


Así sería, si fuera al revés, si las crías humanas fueran matadas a disparos o apaleadas para luego ser desolladas. Ahora que soy mamá siento aún más dolor al pensar en esas pobres madres focas viendo y sin poder hacer nada para evitar que les arrebaten a sus crías para asesinarlas ante sus ojos.

Este marzo, como cada año, Canadá comenzará la matanza de focas lo que significará la masacre del 80% de las crías nacidas este año. Y hasta cuándo? No quisiera que en un futuro a Octavio le toque saber que alguna vez existieron esos animales y que sólo se puedan ver disecados en los museos de historia natural porque desaparecerán un día del planeta por culpa de los hombres.

Aunque nunca en la vida vea a un animal como las focas, las ballenas y los miles que están en riesgo de extinción, me duele saber que dejarán de exitir.

No recuerdo mi vida sin amar a los animales, sigo sin entender la crueldad humana hacia ellos, por eso me parecen indignantes las corridas de toros, las peleas de gallos, las "tradiciones" como las de La Candelaria en Tlacotalpan o las pamplonadas.

Estando embarazada, fuimos al mercado de Huasca, pueblo mágico de Hidalgo, y por ahí un grupo de niños y muchachos estaban jugando. Junto a ellos había un perrito callejero, tranquilo, acompáñandolos. De pronto llegó otro chavo corriendo y como si fuera un balón llegó a patear al perro. Yo, indignada fui y lo encaré, reclamándole porqué había hecho eso. No esperaban que alguien le dijera algo por ese acto. Así que se hizo el silencio entre ellos. El estúpido muchachito me dijo: porque me cae mal. No recuerdo que le contesté, pero sí recuerdo que le dije que eso no era un motivo para hacer eso. Después se rieron a carcajadas todo el grupo de chamacos como si toda esa acción hubiera sido un chiste. Yo me puse a llorar desconsolada de la rabia y la impotencia. Cuando le conté a Israel, que se había adelantado y no había visto lo sucedido sólo me abrazó pero no podíamos hacer nada, no podíamos hacerles cambiar de mentalidad a esos jóvenes insensibles.

Lo que nos queda por hacer, como padres, es orientar a Octavio para que crezca amando y respetando la vida, la vida animal, en este caso, porque existe una conexión entre todos los seres que habitamos este, nuestro planeta.