sábado, 29 de diciembre de 2012

Recuento



Uno de mis más grandes propósitos para el año que empieza en un par de días, es el de volver a escribir en mis blogs. A este blog le tengo mucho cariño porque es la memoria de mi vida como mamá. Lo retomaré con ciertas precauciones de seguridad pero quiero dejar ya de una buena vez la paranoia.

En este año, que se me ha pasado volando ha sido muy impresionante ver cómo se desarrolla la inteligencia y las habilidades de un niño de dos años. Me sacudí el estrés que provocan las altas expectativas de lo que se espera que haga un niño a tal edad, como un estándar que si no se cumple es signo de algo que no va bien. También desistí de la presión de que era tiempo de que entrara a socializar en la guardería. Y lo más importante es que tomé las riendas, tengo mejores herramientas para guiar a este pequeño que ahora ya tiene 3 años, aunque el aprendizaje es constante. Así, el lenguaje, el hablado en español va tomando cada vez mejor forma, el control de esfínteres está en proceso y ni modo, seguimos lavando pañales pero sin problemas. La escuela esperará por lo menos, al tiempo del preescolar. La guardería es maravillosa para quien no tiene otra opción, pero nosotros sí podemos, sí tenemos la opción y estamos bien disfrutando del pequeño en casa, y eso es un gran privilegio. He aprendido a escucharlo y a traducir sus emociones. Quiero y tengo la posibilidad de estar con él para llevarlo a las actividades que le ayuden en su desarrollo mas no para hacerlo un pequeño genio superdotado y presumirlo en las charlas.

Octavio va definiendo el carácter, es fuerte, obstinado. Generalmente está contento aunque tiene sus momentos difíciles. Le gustan la música y los libros. Tiene cosas favoritas como algunos peluches y ya elige la ropa que quiere ponerse o lo que no quiere ponerse ya que le gusta mucho la libertad de la desnudez. Le atraen los gatos aunque a veces no sabe tratarlos con la suavidad y delicadeza. Pasa mucho tiempo jugando con sus coches. Tiene un amigo imaginario, un señor, dice...

A excepción del semestre en el que estuvo llendo a la escuela en el que se enfermó muchísimo somatizando su ansiedad por estar fuera de casa, es un pequeño sano, aunque no nos hemos librado de gripas o gargantas adoloridas, temperatura o de algunas caídas que requieren alguna visita a hospital (como la tarde de ayer) pero todo dentro de lo que está, digamos, dentro del curso de lo normal.

Además este 2012 encontré a mis pares dentro de la crianza, amigas y mamás contemporáneas con quien compartir el maternaje, ideología y aficiones.

Se que los propósitos de cada año nuevo la mayor parte de la veces no se cumplen y casi siempre son los mismos: viajar, cocinar, coser, tejer, crear, diseñar, escribir. Lo resumiré en que en el 2013 quiero ser productivamente feliz.

Pd. Ah, bueno sí, y quiero bajar de peso :)

Feliz año nuevo para tod@s 

domingo, 15 de julio de 2012

Mi hijo intenso

Me pregunto, por qué, si he tratado apegarme a la filosofía de la crianza con apego, siento que no siempre funciona, o por lo menos, en el caso nuestro. Creí en la lactancia a libre demanda, muy convencida de su importancia para crear un lazo muy fuerte entre madre e hijo; lo cargué en brazos y rebozo todo el tiempo que él quiso; duerme con nosotros como en un verdadero nido; no creo en los castigos físicos ni emocionales, todo para que él sea feliz. Pero... qué es lo que he estado haciendo mal, tan mal, que no estamos disfrutando de ser madre e hijo. A veces parecemos tener ya una relación ríspida. Y es un niño que no tiene ni 3 años. Y es algo que me da angustia, mucha.

Me han dicho que si no hago algo, se me va a convertir en un niño difícil, con problemas en la escuela y con la sociedad, que debo ponerle límites y mostrarle que quien manda soy yo. Que si no lo hago ahora, después será incontrolable.

Me imaginaba tener un niño tranquilo, amoroso, respetuoso... que atendiera, que "obedeciera" y encontrar que es diferente, de pronto, de impacta, me paraliza y frustra.

Entiendo que mi pequeño es un niño de alta demanda por sus características:

  •  Intensos
  • Hiperactivos
  •  Absorbentes
  • Demandantes
  • Maman frecuentemente
  • Se despiertan muy a menudo
  • Siempre parecen estar insatisfechos
  •  Impredecibles
  •  Hipersensibles
  • No se calman solos
  • Necesitan contacto físico día y noche
  • Sensibles a la separación
Y más...

Octavio es intenso. Es inteligente, su obstinación me da claridad de ello. No habla aún, no controla esfínteres, no participa ni se integra en lo que los adultos queremos. Llega a ser agresivo, hace berrinches, grita, tiene cero tolerancia a la frustración. Pero se que tengo yo (y nosotros, sus adultos) que aprender a orientar, guiar, ayudarlo a él y aprender a reacomodar mis espectativas respecto a ser madre y a cómo me imaginaba que sería mi hijo.

Por suerte que recientemente he encontrado una tribu, donde he conocido mujeres, amigas, especialistas, que me han orientado con pláticas, técnicas, lecturas, terapias que pueden ayudarnos. Estoy en búsqueda de encontrar el equilibrio, la paz y el disfrute de mi maternidad. Tengo en las manos una vida, un ser que quiero que encuentre tranquilidad y satisfacción en el camino que le toca andar, quiero acompañarlo y que seamos felices disfrutando ese caminar juntos.

Y desde mañana empieza un curso de Disciplina Positiva que tomaré, que espero que nos sea de gran ayuda...

sábado, 21 de abril de 2012

Cálmate tú

[Nuestros hijos son un reflejo de nosotros y de nuestro mundo interno. En ellos proyectamos todo; nuestros temores, manías, conductas neuróticas, estados de ansiedad, tristeza, alegría, paz mental, todo. Cuando la gente me pregunta cosas como ¿Qué le doy a ese muchacho para que se calme y deje de destruir todo? Les respondo “Cálmate tú” Tomado del blog No me maltrates, soy un niño de Elvis Canino]

Pero cada vez me cuesta más trabajo calmarme yo. Me molesta infinitamente que Octavio me arranque los lentes, me pegue cachetadas y rasguñe en la cara. No soporto que me pateé o que me muerda. En el súper, las papelerías, el parque y casi en cualquier lado estamos luchando siempre, él por soltarse de mi mano, irse corriendo sin ninguna noción del peligro, yo porque se quede a mi lado. Como no lo dejo, me agrede. Entonces no hay tiempo fuera que sirva, ni para mí ni para él. Y nos enojamos. Y las salidas y paseos, que deberían ser placenteros se vuelven muy desagradables. Y la calma tarda en llegar a ambos. Mi enojo me hace pensar en que "no quiero volver a salir con él" y la frustración me hace sentir que soy la única mamá en el mundo con un niño así.

Pero sé que debemos encontrar la calma, la paciencia, la comprensión, porque él es sólo un niño de dos años

No me maltrates, soy un niño!!!!!!!: CUANDO MÁS TE NECESITO!!!!!!!!: "Quiereme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite." (Dr. Jeckyll- Robert Louis Stevenson)

martes, 17 de abril de 2012

La disyuntiva: continuar o dejar la escuelita

Octavio va para tres meses que va al CENDI (Centro de Desarrollo Infantil, lo que yo llamo la escuelita y que comúnmente todos llaman la guardería)

El primer día se quedó muy contento y emocionado con la cantidad de juguetes, juegos, colores, novedades que encontró, pero cuando se dió cuenta de que se quedaba ahí, sólo, sin mamá, la idea de quedarse ya no le parecío tan bien. Así que empezó a llorar. Lloraba desde que se daba cuenta en casa de que nos estábamos arreglando para ir a la escuelita. Lloraba desde que veía dar vuelta el coche y tomar la dirección del Cendi. Después faltó, muchos días porque se empezó a enfermar muchísimo, desde la gripa, la tos y fiebre hasta una erupción tipo varicela pero que fue una alergia. Entonces entramos en un ciclo en el que iba a la escuela unos días, luego se enfermaba, luego se quedaba en casa y se reponía, luego regresaba a la escuelita y volvía a empezar el ciclo. Después, un mal día, Octavio fue agredido por otro niño, que lo mordió cuatro veces en la cara.

Entonces me puse a analizar los pros y los contras de que Octavio vaya a la escuelita y creo que principalmente lo bueno de que vaya son dos cosas: obtengo tiempo para mí, para poder trabajar y lo segundo, que él convive, se integra, "socializa", tiene más actividades lúdicas y didácticas, desarrolla habilidades, etc. Los contras ya los numeré en el párrafo anterior.

Así que nos pusimos un plazo: si este mes Octavio sigue llorando y enfermándose, veremos un plan b, es decir, organizarnos para que él esté con nosotros, contratar a alguien que nos apoye para cuidarlo mientras yo tenga que trabajar, pero todo desde casa. Ya no quiero seguirlo exponiendo a tanta enfermedad y estrés, siendo tan pequeño, en realidad, no hay necesidad de hacerlo pasar por tantos tragos amargos a su tan corta vida.

Después de una semana de vacaciones de Semana Santa, Octavio regresó a la escuelita y ya no se queda llorando y me reportan que realiza las actividades, que juega con los otros niños, que ya usa más la cuchara para comer solo. Lo encuentro muy contento cuando voy a recogerlo [sin embargo, en casa se ha vuelto, otra vez, a poner agresivo, particularmente conmigo, lo que no me gusta nada y de lo que hablaré la siguiente vez].

Pero estamos en "observación", veremos qué pasa, si continúa asistiendo o si deja de ir y lo dejamos estar en casa, aplicándonos para jugar con él y ponerle las actividades que hace en la escuelita, en casa, llevándolo más al parque, la clase de música, el taller de lectura de Bunko, es decir, lugares donde conviva con otros niños. Nunca me había planteado la idea de hacer escuela en casa,pero al nivel "académico" de Octavio, creo que lo que necesita es estar con mamá [y papá, pero él casi nunca puede, por el trabajo] y jugar, jugar y jugar, para aprender y divertirse a la vez. Yo creo que puedo hacerlo, siempre y cuando esté bien organizada con mi trabajo y para dedicarle horas exclusivas y de calidad a Octavio.



miércoles, 11 de abril de 2012

¿Sabemos qué hacer en una emergencia?

Pasa que cuando eres más joven y sobre todo, cuando no tienes hijos, nunca piensas en lo frágil que es la vida, se siente uno inmortal. Ahora como mamá, me preocupa faltarle a mi hijo y acontecimientos como los recientes me recuerdan que la vida es ésta, que hay que cuidarnos e informarnos para saber cómo reaccionar ante eventos que nos sacan de la cotidianidad.

Hace tres semanas tembló en México. Hacía mucho tiempo que no sentía un temblor tan fuerte. Estaba en el tercer piso del edificio donde me encontraba trabajando y comencé a sentirme muy mareada cuando me di cuenta de que estaba temblando. Se encendió la alarma sísmica. Me asusté mucho y bajé por las escaleras comunes, no por las de emergencia. Mi primera reacción fue correr pero recordé que hay que mantener la calma. Todos los trabajadores desalojaron los edificios que se movían como gelatina y se concentraron en los puntos de encuentro. Después fue un caos con las líneas telefónicas y no podía comuncarme con mi mamá que tenía a Octavio en su casa porque ese día no fue a la escuelita, ni con Israel que estaba trabajando en nuestra casa. Ni los celulares ni los teléfonos fijos servían. Mucho rato después logré hablar con ellos y todo estaba bien.

Al día siguiente además de otro temblor, hubo una balacera y un mega operativo policiaco muy cercano a donde estaba. Se cerraron las dos carreteras que dan acceso al edificio por muchas horas así que tuve que llamar a Israel para fuera a recoger a Octavio a la escuela y se lo llevara a casa de mi mamá hasta que yo pudiera salir del trabajo.

Estos dos hechos me hicieron pensar en varias cosas que generalmente pocas veces tengo en cuenta.
  • Tener el celular con saldo. Sirve de poco tenerlo sin crédito porque aunque me puedan llamar a mí, yo no puedo hacer llamadas urgentes. Claro, no dejarlo olvidado.
  • Tener a la mano los números telefónicos importantes. Anotarlos en una agenda de papel o en una hoja impresa a la vista. Mal vicio es tenerlos sólo guardados en el celular y ya no anotarlos y mucho menos recordarlos. Asegurarse de que la familia y la escuela tienen el número de móvil y el fijo del lugar donde estemos.
  • Tener un plan familiar de acciones. Qué hacer ante un acontecimiento fuera de lo común, como un sismo o una balacera (que desgraciadamente ambos son bastante comunes en estos ultimos tiempos). Saber qué lugar va a ser nuestro punto de reunión. Saber quién puede recoger a Octavio si ni yo, ni Israel ni la abuela pueden hacerlo en un caso extremo.
  • Conocer las salidas de emergencia. Yo bajé por la escalera común y muy pocas personas habían bajado por ahí, ya que la mayoría en el edificio tienen claro que hay salidas y escaleras de emergencia para esos casos. Yo ni siquiera estaba enterada de dónde están.
  • No dormir desnudos. Porque nunca sabes si tienes que salir rápidamente en una emergencia durante la noche.
  • No cerrar la puerta de la casa con mil cerrojos y seguros si estamos dentro. En el nerviosismo por querer salir, no se encuentran las llaves o la puerta se atora.
  • Por supuesto conservar la calma. No correr. No empujar. No gritar. Además tener los papeles importantes a la mano. Tener un botiquín y una despensa de superviviencia.
  • Conocer el plan de emergencias de la escuela. Después de los temblores yo pregunté y ya me dijeron cuál es su ruta de evacuación y las acciones. Éllos hacen simulacros regularmente.
En fin, hay muchas más acciones de prevención que se pueden implementar, cada familia debe tener la propia para asegurar el bienestar de todos los miembros y que no nos tomen por sorpresa.

Aquí hay un plan de emergencia y acá está otro para armar una mochila de emergencia en casa, bastante útil, para estar preparados.

Repito, la vida es frágil, pero la información y la prevención pueden hacer la diferencia...

martes, 6 de marzo de 2012

Ausencias

A los pocos días de entrar a la escuelita, Octavio se enfermó de la gripa y la tos, por lo que dejamos de llevarlo. Así que el proceso de adaptación a esta nueva etapa se ha alargado, porque cuando por fin, después de semana y media resguardado en casa, pudo regresar a la escuelita, no deja de llorar, pidiéndome que no, que no lo deje ahí. Después, al regreso, ya lo encuentro contento y tranquilo.

Yo también me enfermé, en medio de muchísimo trabajo. Ahora sí me he sentido agotada y estresada con tanto trabajo y queriendo pasar más y mejor tiempo con mi pequeño. La tos no ha querido abandonarme casi durante dos meses y apenas en estos días empiezo a sentirme mejor.

De no haber sido por la invaluable ayuda de la abuela que vino desde Pachuca a pasar dos semanas en nuestra casa, yo no habría podido sacar adelante mis entregas de trabajos encimados, atender la casa y la comida, apoyar al papá y ver lo que Octavio tiene que llevar a la escuelita.

Me sigue preocupando la ausencia de habla de Octavio, que ya tiene 28 meses. Ya tengo algunos datos para recurrir en busca de ayuda con profesionales, sólo estoy dando un poco más de tiempo. A ver si la escuelita le ayuda en el tema del habla y el carácter. Por lo menos sí lo noto menos agresivo, ya casi no hay pellizcos ni golpes, pero sí, muchos gritos.... en fin...

Sin duda, repitiendo lo que leo en uno de mis blogs gurús, si yo estoy bien, mi niño estará bien. Si estoy menos estresada, seguro él también lo estará. Si todo fluye, fluirá también nuestro bien común.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Los terribles dos

Hoy, ayer, no sé ni a qué horas escribo, me siento muy preocupada, para variar, por Octavio.
Me preocupa que no hable, que ya debería hacerlo, me preocupa que es agresivo, pellizca, muerde, patea, particularmente a mí, pero ahora se ha extendido a la abuela y a los perros. No es paciente, avienta las cosas muy enojado. La disciplina positiva, ni ninguna otra está funcionando ...  ¿por qué?  ¿qué pasa? ¿serán esos tan mencionados terribles dos? ¿Y si no mejora su carácter al cumplir 3 ó 4 ó 15? No quiero que haya gritos y violencia también por mi parte, no quiero, esa niñez no quiero para él... Perdóname Octavio, que ya muchas veces, me desespero y reacciono mal...

Me frustra que no puedo dedicarle el 100% de mi tiempo, que tengo que irme a trabajar o que aún sin salir, tengo que trabajar en la casa, en este ciclo de trabajo-dinero-bienestar (¿?), en el que por no desechar ninguna oferta laboral, se me enciman los proyectos y aún no he logrado adaptarme para delimitar mi tiempo, el de trabajo y el que es en exclusiva para mi hijo... No me puedo organizar, carajo...

Así que ahorita, en vez de estar durmiendo con él, estoy despierta de madrugada, para avanzar el libro que ya tiene que entrar a la imprenta, reenviando cotizaciones, cruzando los dedos para que no me empiecen a presionar los del manual de música... pensando que mañana tengo que estar a las 9 en el instituto donde recién inicié otro proyecto de trabajo temporal y que el coche está en el taller... escuchando a mi niño toser... me tengo que acordar de avisar que mañana tampoco irá a la escuelita por prescripción médica... que al papá no lo puedo interrumpir, porque se le seca la pintura....

Espero que la agresividad de Octavio sea un reclamo, que tiene solución, que lo que quiere es toda mi atención... pero en cualquier caso, consultaremos al pediatra o buscaré a alguien, algún especialista con quien poder compartir estas preocupaciones...

Ay! que ya pasen estos tres meses para ser libre y pasar mi tiempo atendiéndolo como merece mi pequeño y que estos terribles dos, sean los recordados, amables, amorosos, juguetones, únicos e irrepetibles dos añitos...

viernes, 3 de febrero de 2012

A la escuelita

Octavio cumple 27 meses este febrero y entrará a la escuelita.
Ésta decisión me tiene muy nerviosa. Me apena tener que separame de él para dejarlo con gente extraña siendo tan pequeño, pero creo que le ayudará convivir, estar con pequeños contemporáneos, espero que se desarrolle más, que empiece a hablar, que se divierta, que la pase bien...

Sé que todo eso lo puede aprender en casa o en lugares donde haya más niños (parques, fiestas, actividades, talleres infantiles) pero en este momento creo que es la mejor opción para nosotros y espero que para él también. Hay varias cosas que puntualizar pero esencialmente decidimos que entre ahora, porque yo necesito y quiero unas horas exclusivas para dedicarme a ejercer mi profesión, que por fortuna, desde hace unos 8 meses no me han faltado proyectos y remuneración, lo que ha servido para ir aligerando algunos de los gastos de la casa.

Por otro lado creo que se le carga la mano a la abuela con un pequeño muy demandante, explorador, enérgico y de carácter tan obstinado. Papá tiene siempre mucho trabajo, impostergable y delicado, que le impide dedicarle tiempo al pequeño. Y yo, a medias, entre querer hacer lo que me gusta y no poder, entre querer poner orden en la casa, entre tener que alargar las fechas de entrega de mis trabajos, entre muchas desveladas porque sólo puedo avanzar cuando Octavio se duerme, etc... Estoy cansada. Octavio lo resiente y se pone agresivo conmigo.

Leo las páginas pro crianza con apego que hablan de las muchas desventajas de llevar a los niños a la guardería, de todas las enfermedades a las que se exponen y que en realidad no les sirve para "socializar", lo que me hace sentir mal. Leo a las mamás que se dedican en exclusiva a estar en casa con los hijos, que sin duda, tienen resuelta la economía del hogar lo que les permite estar y disfrutar de la crianza, sin agentes externos. También leo a las admirabilísimas madres multitarea, que educan en casa y que les alcanza el tiempo para hacer mil cosas. Y yo no encajo. Estoy haciendo todo a medias. Yo necesito y quiero tiempo, para trabajar y para mis proyectos personales. Las horas en las que esté Octavio en la escuelita tendré que aprovecharlas al máximo, para que cuando lo recoja, pueda dedicarme el resto del día a estar en exclusiva con él y no con la cabeza en otro lado. Espero que así nos funcione.

Los días de adaptación serán difíciles, espero que los sobrellevemos de la mejor manera y que al final, sea para bien esta decisión.