Entre los muchos diálogos, tratamos de llegar a acuerdos para hacer un verdadero trabajo en equipo, no sólo como papás de Octavio sino también como pintor y diseñadora. Tiene que ser así, si la carga la llevara uno de los dos nada más, sería como un hilo gastado que a la larga reventaría.
Hoy fue un día feliz. Salió el sol y eso, de por sí, motiva a levantar el ánimo. Mucho ajetreo y muchas actividades pero muchas ganas de tener un mejor entendimiento. Le instalamos, por fin, la sillita para bebé al coche, lo que me da mucha felicidad ya que significa libertad de movimiento para transportarme con Octavio cuando tengo cosas que hacer fuera de casa y que Israel no puede quedarse con él a cuidarlo. Tenía que resolver una cosa de trabajo pendiente en el Instituto de Ecología. Así que la estrenamos. Fue la primera vez que viajó en su sillita, tranquilo y observando el paisaje, mientras le caía el sueño arrullador de andar en coche. Yo manejé con mucha precaución y cuidado, pero también con mucha emoción ya que con esto, podré hacer más actividades y reanudar muchos de mis pendientes.
Octavio se portó muy bien, llevábamos buena música y abrigo, y al llegar allá me lo puse en el rebozo y se despertó, subimos las escaleras mientras le explicaba que lo que estaba viendo eran árboles y vegetación, y que lo que se escuchaba en el aire eran cantos de aves. Él estaba muy atento con sus ojitos maravillados de ver cosas por vez primera. Allá trabaja el tío Orlik, pero no pasamos a saludarlo puesto que Octavio se empezaba a poner inquieto así que regresamos a casa en cuanto resolví el pendiente. Le prometí que regresaríamos pronto al Jardín Botánico, en cuanto llegue la primavera, para que pueda sentir el pasto con sus piecitos descalzos. Seguro lo disfrutará.
Después de la comida, aprovechamos que todavía estaba bonita la tarde y nos fuimos, ahora sí los tres, al Parque Natura a pasear con el bebé y desestresarnos un poco de las presiones cotidianas. Esta vez lo llevamos en la carriola ya que hicimos una caminata de una hora por los andadores más pesados del parque. Fue un muy buen ejercicio. Acabamos molidos pero contentos de esta primera salida de Octavio a ese parque que tanto nos gusta. Ahora esperamos que se nos haga costumbre, como la teníamos antes de que llegara el niño.
En uno de los caminos nos encontramos un hormiguero. Siempre nos ha parecido hipnotizante observar a las hormigas. Era una fila de muchos metros de hormiguitas acarreando pedazos de hoja mucho más grandes que ellas, hacia un túnel, seguramente el hormiguero debajo de la tierra. Nos impresionó cómo ellas llevan a cabo su trabajo. ¡Ése sí es trabajo! y un gran trabajo en equipo.
Motivados y contentos por las maravillas de la naturaleza y sus seres, y por nuestras renovadas ganas para trabajar y criar a nuestro hijo, regresamos a la casa a seguir haciendo labores. Recoger ropa, lavar trastes, acomodar cosas pero también escanear imágenes, hacer bocetos, pensar ideas, retomar los encargos pendientes, escribir, etc. Puedo ser y hacer todas las cosas que quiero, muchas mujeres han podido cumplir con su triple jornada y cumplirla con gusto.
Ahora ya Octavio duerme y estoy organizando las cosas para mañana. Así son mis días, pero si siguen como hoy, seguirán siendo días felices.